1. La reeducación de Areana (22)


    Fecha: 16/07/2018, Categorías: Dominación Lesbianas Autor: señoreduardo, Fuente: CuentoRelatos

    ... Kauffman, ¿es cierto eso? -Yo… pe… perdón, señora… -No me está contestando, Kauffman. -La apuró Godínez. -No… no sé que decirle, señora… -¡¿No sabe qué decirme, Kauffman?! ¡¿ Se està burlando de mi?! -No, señora, no… -musitó Areana mientras retorcía nerviosamente sus dedos de ambas manos. -Bueno, basta. Es evidente que Gutiérrez está diciendo la verdad, así que tengo que castigarla por su actitud abominable, Kauffman. No puedo permitir que las alumnas se anden tocando. Lucía pudo con esfuerzo contener su morboso entusiasmo y se preparó para gozar del espectáculo, mientras a la Godínez le costaba cada vez más disimular la excitación creciente que la estaba invadiendo, provocándole una dolorosa tensión. Toda su estructura moral de católica preconciliar crujía y amenazaba con derrumbarse estrepitosamente. Trataba de persistir en su concepción de que las mujeres eran enviadas de Satanás, pero su deseo por Areana iba creciendo y ella flaqueaba en su decisión de oponer resistencia. “Me estás pudiendo, pendeja hija de puta.” se dijo mientras tomaba la regla de madera que había colocado en la silla de su derecha. -Si quiere puede quedarse, Gutiérrez. –dijo mientras tomaba de un brazo a Areana para llevarla hacia el extremo opuesto de la mesa. -¿Le va a pegar, profesora? –preguntó Lucía. -Sí… -fue la escueta respuesta de la docente, que ya carecía de fuerzas para ponerse a ...
    ... justificar con razones morales sus ganas de calentarle el culo a la esclavita. -Sí, me quedo. –dijo Lucía y cuando la Godínez tuvo a Areana inclinada sobre la mesa y jadeando de ansiedad, se atrevió a proponerle: -¿Quiere que… que le deje el culo al aire a esta degenerada? La docente aceptó la propuesta sintiendo que aquello se estaba poniendo muy caliente y su excitación creció aún más viendo cómo Lucía subía la falda de Areana hasta la cintura y luego le bajaba la bombacha deslizándola por las piernas hasta los tobillos. La esclavita temblaba y gimió cuando la profesora le dio el primer azote. Lucía se puso a espaldas de la Godínez, para poder tocarse sin ser vista y presenció excitadísima y muy mojada la paliza que puso rojas las deliciosas nalgas de Areana, cuya concha era una catarata de flujo. La profesora jadeaba, por el esfuerzo físico y también por calentura mientras le costaba quitar sus ojos de ese culo que lucía tan hermoso teñido por los reglazos. -Acomódele la ropa, Gutiérrez. –dispuso y después, cuando Areana ya estaba de pie, con la cabeza gacha y las manos atrás, le preguntó: -¿Vive con sus padres, Kauffman? -Con mamá, mis padres están separados y a papá no lo veo… -Bueno, Kauffman, quiero a su mamá aquí mañana a esta hora. ¿Entendido? Areana tragó saliva imaginando a su madre ante la profesora y contestó con un hilo de voz: -Sí, señora, le voy a decir. (Continuará) 
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