Haciendo la cola
Fecha: 25/07/2018,
Categorías:
Confesiones
Autor: ámbar coneja, Fuente: CuentoRelatos
... decía pegándome en la verga una vez que la liberó del encierro de mi ropa y apretando sus tetas contra mi cara. El olor de su piel me pervertía, su barriga y ese ombligo al borde de rajarse me daban ganas de hacerle otro guacho. No es que estuviera tan gorda, pero como es de contextura pequeña, parecía que iba a parir en cualquier instante. ¡tocame pibito, sentí cómo se mueve mi bebé, y chúpame las tetas!, decía ella frotando su culazo contra mi pija, habiéndose quitado el pantalón. La bombacha que tenía estaba llena de agujeritos, con olor a pis y toda mojada. Gemía como una quinceañera, me mordía los labios, me pedía que le apreté las tetas como a las vaquitas, textuales palabras suyas, y me pajeaba haciéndome notar hasta sus uñas en el tronco. Hasta que se sentó en el suelo y se la mandó a la boca como a una salchicha para chuparla y gemir aún más inquieta. Entonces, en el justo estado de trance entre su lengua y los juguitos de mi pija, me levanté para ponerla en cuatro sobre el suelo con las manos en el sillón repleto de ropa limpia recién doblada. Le saqué la bombacha y me puse detrás suyo para fundir mi músculo viril y ensalivado en su concha peluda pero no tan abierta como me imaginé que podía tenerla. La bombeé rápido, seguro, enfatizando cada ensarte con un jadeo y pegoteándome los dedos con la leche que le chorreaba de las tetas, ya que yo se las ordeñaba. ¡así guacho, garchame bien, rompeme toda, haceme otro pibe, cogeme que soy una mierdita, una putita sucia!, ...
... decía Carina entre gemidos y toses, ya que se ahogaba por el humo del cigarrillo que encendió su hermana tras aparecer para poner agua a calentar en una pava. Enseguida nos levantamos medios mareados del piso, me senté en el sillón y la dejé que me cabalgue como una trola cualquiera, aferrando sus manos al respaldo para saltar sobre mi pito cada vez menos consciente y totalmente fuera de sí. Tanto fue así que, en un arresto de lucidez me dijo: ¡quiero que me rompas el culo pendejo! Pero mi semen ya comenzaba a entrelazarse con los jugos de su conchita en un orgasmo furioso, incapaz de describirse más que con gotas de sudor. La guacha se arrodilló para limpiarme la pija con su boquita, y se extrañó tanto como yo al notar que se me paraba con una suficiendia y una rapidez que, se tentó por tenerla en el culo. Entonces, apenas la hermana se fue al baño diciendo: ¡cómo te gusta coger pendeja, sos re puta loquita!, Carina apoyó las manos en la mesa, y empezó a tirar la colita para atrás, a menearla, pegarse en ella y abrirse los cachetes con los dedos. Fui al acecho para nalguearla con todo, mientras le decía que es una villera, y después de pajearme entre sus glúteos, apenas sentí la brisita de un pedito en mi glande se la calcé como un campeón. Le entró sin mucha dificultad, aunque se despachó con un grito aterrador, que de a poco fue cambiando sus matices por gemidos. La taladraba sin medir mi fuerza, sabiendo que estaba preñada y que su leche materna enchastrada todo el mantel. ...