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Entre la espada y la pared (3)
Fecha: 25/07/2018, Categorías: Dominación Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... oleadas de placer me tenían sorprendida y de mi boca entreabierta caía el semen de Luis junto a mi saliva. Reaccioné cuando Luis metió sus dedos en mi vagina apagando la vibración. - Vaya con la "señora", ha disfrutado como una guarra. Entonces me di cuenta de que realmente nunca había tenido un orgasmo hasta ese momento. Sentía repugnancia ante el hecho de ser forzada y me sentía más sucia aún por haber sentido placer en contra de mi voluntad. Luis me hizo limpiarle a conciencia su pene y desnudarle. Tuve que darle un masaje por todo el cuerpo lo que hizo que de nuevo su pene estuviese dispuesta. Tumbado boca arriba me ordenó que me pusiese sobre él y yo misma me insertara su pene hasta el fondo. Mientras ejecutaba el movimiento de subir y bajar el masajeaba mis pechos pellizcando mis pezones. Cuando llevábamos un buen rato en esta posición me ordenó detenerme e introducirme su pene en mi ano. Le dije que eso era imposible, que yo era virgen por ahí y que me pidiera cualquier otra cosa que haría de buen grado. - Tú tienes que hacer TODO lo que yo diga y de buen grado ¿o es que todavía no lo has entendido?- Entonces me llevó hasta la mesa obligándome a tumbarme boca abajo con los pies en el suelo. Con los cordones de las cortinas sujetó mis manos a las patas de la mesa a pesar de mis súplicas. Afirmó que utilizaría lubricante para no hacerme mucho daño si me callaba de inmediato. Sollocé quedamente. Del cuarto de baño trajo un bote de vaselina. Untó mi ano y procedió a ...
... meter su dedo. Al notar la intromisión cerré involuntariamente mi ano, con lo que él me dio una fuerte palmada en mis nalgas y me dijo que me relajara porque si no me dolería más. Cuando el orificio se fue acostumbrando a su dedo decidió meter un segundo dedo. Yo hacía esfuerzos por no gritar de dolor. Entonces sacó un nuevo vibrador más fino que el que me había introducido en la vagina, lo untó bien de vaselina y comenzó a meterlo. No era más grueso que sus dedos pero la sensación era extraña. Cuando lo había introducido casi en su totalidad conectó la vibración al mismo tiempo que lo sacaba y lo metía. En unos momentos el dolor había desaparecido y la vibración se hacía muy agradable. Pero Luis sin aviso sacó el vibrador y pude notar como su pene presionaba sobre mi ano. Le pedí que lo hiciera lentamente, pero no me escuchó e introdujo su pene sin detenerse hasta que entró del todo. Grité de dolor pues notaba como si fuera a desgarrarme. Sin dejar tiempo a que mi cuerpo se adaptara al grosor de su pene se puso a bombear sin piedad. Afortunadamente no tardó mucho en vaciarse en mi interior. Sacó su pene entre las risotadas que le producía la expresión de mi cara. Yo estaba exhausta por el dolor sufrido. Limpió mis piernas de los fluidos que resbalaban y untó mi ano con una pomada balsámica, desatándome al fin. Tambaleándome me dirigí sin mirarle a darme una ducha que me quitara la suciedad, el dolor y el asco que sentía. Al salir solo encontré una nota de Luis en la que me ...