La granja ¿Premio o castigo? (5) Un mal recuerdo
Fecha: 30/07/2018,
Categorías:
Gays
Incesto
Autor: Crom, Fuente: CuentoRelatos
... su lengua de arriba hacia abajo por cada cachete, le daba chupetones, y los mordía, mi ano latía por sentir su lengua en él y algo más, olía el aroma de mi raja y se saboreaba, paso su lengua por ella, hundió su rostro y literalmente me comió mi ano, se esmeró mucho en hacerlo, me encantaban los chupetones y las mordidas que le daba, hacía que me mi pene erecto saltara y expulsara liquido pre seminal en forma de hilo que se acumulaba en el suelo. Metía uno por uno sus dedos para dilatarme pues a pesar que su pene ya había entrado y salidos varias veces de mi ano, siempre era bueno hacerlo para evitar cualquier desgarro, una vez terminada la dilatación, se puso de pie, se colocó detrás de mí y de un tirón enterró la mitad de su pene adentro, tambalee un poco aun así no me dolió mucho puesto que había hecho un buen trabajo con los dedos. Lentamente termino hundiendo el resto, primero me penetraba lentamente y gradualmente aumentaba la velocidad, su pelvis se pegaba a mis nalgas a una velocidad impresionante que parecía que mis nalgas estaban siendo azotadas, por lo rojo de mi piel y lo fuerte del sonido, yo solo bufaba de placer, el sexo era realmente exquisito. Tras varios minutos pegado al ropero, cambiamos de posición me puse de rodillas al suelo, y Erick tras de mi como cual lobo salvaje me dejo ir todo su pene hasta el fondo, yo di un gemido que supongo se debió escuchar en toda la casa, pero no nos importó y seguimos en lo nuestro. Me encanta tenerte así, en esta ...
... posición, amorcito – dijo Erick recostado a mi espalda. Y a mí tener tu pene adentro – dije sumisamente. ¿Cuál pene? ¿Este? – dijo Erick sacando y metiendo su verga de golpe. Ohhhhh, si ese – dije entre gemidos. De quién es ese pene, mi vida – dijo mi primo moviéndose en círculos. De mi macho mi amor – dije mordiéndome los labios. Y quien es tu macho – me sigue el. Tu – dije casi como gritándole Acto seguido siguió con la faena y me comenzó a penetrar frenéticamente, embestida tras embestida y el solo jadeaba, yo se lo agradecía, mi ano se sentía maravillado tener a tan majestuoso huésped en su interior, mi pene salpicaba el precum que expulsaba, con su mano izquierda se aferró a mi cintura y con la derecha tiró de mi cabello hacia atrás. Amaba era ligera muestra de masoquismo, me gustaba ser penetrado mientras que mi hombre me jala el cabello, pero detestaba las nalgadas, por ello nunca ni uno de los dos me nalgueaba, habíamos logrado la perfecta pose del perrito, estaba quebrado para él, mis nalgas le pertenecían. Su mano se movió de mi cintura a mi hombro pero la otra aún tenía mi cabello entre sus dedos, era la pose perfecta, la pose que más me encantaba, era la más salvaje, estar cachando como los perros, tranquilo sumiso dejándome someter y el dando lo mejor de sí mismo, siempre. Soltó mi cabello y mi hombre lentamente se recostó en mi espalda otra vez y muy despacio nos acostamos sobre la alfombra, yo debajo y el encima unidos por su verga dentro de mí. De un momento a otro ...