1. La invitada inesperada


    Fecha: 10/08/2018, Categorías: Fetichismo Autor: Cavrioto, Fuente: CuentoRelatos

    ... el templo de Venus ya había sido cruzado por el miembro del imbécil de Baldomero, de modo que no me agradó la idea de albergar la isla ya colonizada. Le pregunté que si su ano era virgen. -Sí –respondió sin dejar de mirar mi arma-, pero… ¡Dios mío! La levanté, le palpé el trasero y besé su ano. ¡Era hermoso! Escudriñé el arco estrecho y sin pensarlo más introduje la bestia que imploraba dilatar dicho recto. -¡Ay, ay! –Chillaba la pobre sierva, sujetando y apretando la silla que la sostenía. Debido a estas súplicas mi mano golpeaba sus nalgas, mancillándolas hasta pintarlas con trazos rojizos. -¿Te gusta, buscona? Gozas del palo que ahora astilla tu culo, ¿no es así, mi amor? Helena aullaba, implorando el cese de mis pasiones a modo de estimular las bruscas penetraciones que yo le ofrecía. Mientras estaba como una fiel perrita, empinada, tomé sus despampanantes pies y los apreté tan fuerte que ella bramaba de placer. Así, bajo estos fregones, saqué la bestia que escupió en sus bellas plantas toda la saliva que fraguó en el lapso que duró la enculada. Helena fue al sillón y se estremeció del dolor que atormentaba su culito ya desgastado. -Ay… dios mío, ay… ¡qué rico y qué dolor! No aguanto más… La tomé de sus bellos bucles que caían hasta sus pechos y la besé. Agarré su pie izquierdo –que todavía guardaba un poco de semen- y con mi arma que aún yacía erecta, golpetee sus deditos, restregándole mi glande por su talón. ¡Unos pies soberbios! Ya desvirgada por ambos orificios, le preparé el agua y se duchó. Yo seguí con mi trabajo, apacible y callado. Pasando la hora sonó mi celular. -¿Si? -Amigo –exclamó Baldomero-, he olvidado a Helena. Cuídala, por favor. Mañana voy por ella, dile que la amo. Le dije que la había cuidado de la mejor manera y que ahora estaba bañándose. Él me agradeció y colgó rápidamente. Conociéndolo, seguro fue al club a fornicar con más muchachas. De modo que el dinero que le di no fue en vano tanto para él como para mí… ni mucho menos para Helena.
«1234»