1. La transformación de Laura (3)


    Fecha: 10/08/2018, Categorías: Dominación Autor: Corn, Fuente: CuentoRelatos

    Todos los días, al llegar el descanso entre clases de las 11 de la mañana, Laura, comenzaba con su ritual, se dirigía a los aseos de la universidad y se metía en el mismo baño en el que leyó el primer mensaje de Corn. Dejaba su mochila en el suelo y tras quitarse los pantalones, deslizaba sus braguitas lentamente por sus piernas, las olía y las guardaba en la mochila. Se sentaba en la taza, notando en su coñito la frialdad de esta y como poco a poco se iba mojando con los flujos que iban saliendo de su coño. Desbloqueaba el móvil y accedía a su correo. Allí estaba, como cada día, recibía un mensaje de Corn, deseándole los buenos días y dándole las instrucciones para ese día. Poco a poco había ido cambiando, esperaba nerviosa y excitada la llegada de las 11 de la mañana. No siempre eran iguales, aún no sabía cómo lo hacía, Corn, siempre conseguía tenerla excitada. A veces, debía masturbarse en cada cambio de clase utilizando un bolígrafo a modo de consolador, el mismo bolígrafo que utilizaría para tomar apuntes, el mismo bolígrafo que pasaría más tiempo en su boca, chupándolo, que tomando apuntes. Sabía a ella y eso le encantaba, imaginaba que era su polla la que saboreaba y eso la excitaba aún más. Otras veces, debía estar sin masturbarse toda la mañana, rozando sus pezones por encima de la ropa cada vez que algún profesor pronunciase determinada palabra. Por la noche era diferente, cuando se metía en su cuarto, debía desnudarse y arrodillarse al lado de la cama, con la ...
    ... cabeza gacha mirando sus rodillas, los brazos a la espalda agarrándose las muñecas. Permanecía inmóvil varios minutos recordando todas las sensaciones que habían recorrido su cuerpo. Después, si Corn se lo había permitido, se masturbaba pensando en él. Recorría cada centímetro de su cuerpo con las yemas de los dedos, se recreaba en su cuello, acariciaba sus pechos y pellizcaba sus pezones, los tenía tan sensibles... cada roce, cada pellizco, le producía un escalofrío que recorría todo su cuerpo desde la cabeza a la punta de los pies. Deslizaba el dorso de la mano hasta su coño, donde sus dedos buscaban el clítoris, no hacía falta mojarlos, siempre estaba empapada. Después de introducirse dos dedos poco a poco en su coñito y sentir la llegada del orgasmo, los retiraba. Gracias a Corn, descubrió que negándose el orgasmo varias veces conseguía que una vez diese rienda suelta al placer, este sería indescriptible, un torbellino de sensaciones recorrería su cuerpo haciéndola vibrar, sintiéndose plena. Poco a poco, había ganado confianza en ella misma, acercó sus dedos a su culo y tras rodearlo varias veces, lubricándolo con los flujos de su coño, fue introduciendo primero una falange, lentamente, despacio, notando como los músculos de su ano se relajaban y daban cabida a todo el dedo. Poco a poco, consiguió meterse un segundo dedo y luego un tercero. Se detuvo un segundo saboreando la sensación de sentirse llena y empezó a mover los dedos cada vez más rápido dentro de su culo. Sin darse ...
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