Buscaba una mujer y encontre a una travesti
Fecha: 15/08/2018,
Categorías:
Transexuales
Autor: susonn, Fuente: xHamster
... chapoteo era increíble; puño y medio antebrazo entraban y salían de su intestino sin ningún tipo de dificultad. Los jugos, la lubricación de su ano, mi saliva, nuestro sudor, el intenso chapoteo… todo era sexo húmedo y resbaladizo en su máxima expresión. Los movimientos de su cadera eran endiablados e increíblemente rápidos. Podía notar como su esfínter se cerraba de manera salvaje cuando yo llegaba al tope de su culo con el puño. En la sábana ya había manchas de casi todos los fluidos imaginables. Ambos aceleramos al máximo nuestros movimientos de tal forma que no me daba tiempo a ver mi muñeca. Al cabo de unos minutos, sin previo aviso, la situación reventó por donde tenía que reventar: Sofía arqueó su espalda y de su tranca comenzaron a salir chorretones de espesa leche. Aquello era indescriptible; borbotones y borbotones de lefa que caían en su pecho, en su cara, en su pelo, en la almohada… Uno de esos goterones fue a caer en su boca de tal manera que se lo tragó, sacando luego su lengua y pasándola por la comisura de sus labios en busca de más esperma que saborear. Más de una docena de chorretones salieron de su descomunal polla; hasta sus cojones parecían haberse deshinchado.-Ufff… que cerdo y que cabrón que eres… Has hecho que me corra…Aquel espectáculo hizo que yo perdiese la noción de todo lo que me rodeaba y llenó mi mente de auténtica lujuria. Mi polla estaba a reventar. Allí estaba yo, tumbado boca arriba, arqueando ...
... mi espalda, moviendo mis caderas y convulsionando mi bajo vientre… corriéndome en los calzoncillos y pantalones que aún no me había quitado. Fueron momentos de placer infinito. La foto era elocuente: encima de la cama el travesti más bello del universo desnudo, con su descomunal y ya flácida polla descansando sobre su vientre; el cabello lleno de gotas de semen; la almohada manchada y el cuerpo embadurnado de lefa, resbalando por su cuerpo sudado, entre sus pechos, su estómago y sus labios, exhausta. En el suelo, mi cuerpo desfallecido por el placer, jadeando del cansancio y del éxtasis, con una enorme mancha en la entrepierna de mi pantalón. Así permanecimos unos minutos que a mí me parecieron una eternidad. De repente, Sofía saltó de la cama y, con una soltura tremenda, me desnudó. Ella era infatigable. Me colocó a cuatro patas y empujó. Pude sentir como aquella inconmensurable vara me rompía el culo sin piedad. No me resistí. Noté como los jugos que acumulaba en sus tetas y estómago resbalaban por mi espalda. Entonces, en medio del placer indescriptible que sentía, tuve dos pensamientos fugaces: uno; todo aquello era el máximo nivel de lujuria y desenfreno que yo podía alcanzar. Dos; me sentía afortunado porque el ser más bello que puede existir sobre la faz de la tierra (es decir, un perfecto rostro y cuerpo de mujer pegado a un excepcional pene) me estaba empalando sin miramientos. Y aquello, no lo voy a negar, me gustaba.