Dulce y amarga amistad (04)
Fecha: 05/10/2017,
Categorías:
Gays
Autor: Albany, Fuente: CuentoRelatos
... cuando antes no podía contenerse ahora aguantaba como un campeón de primera, terminaría por convertirse en una máquina folladora y solicitada por quien lo conociera. Terminamos muy tarde, más de tres horas follando sin parar, pero antes de dar por finalizada la orgía le hicimos una mamada a dos bocas que sabían lo que hacían, haciendo gritar a nuestro semental hasta que terminó en nuestras caras bañándonos de semen. También en esto había mejorado y sus testículos producían cantidad de leche que no desperdiciamos y nos la comimos toda. Nos habíamos duchado en el plato que estaba al lado de la piscina, los tres guardando silencio y como muertos volvimos al salón vestidos con un bañador seco. No sabía lo que sucedía, nos sentíamos algo avergonzados por dejarnos llevar por el deseo salvaje del sexo, sin pensar las consecuencias de nuestros actos. Por mi no me importaba, ni por Alberto tampoco, pero si por lo que pudiera sentir a partir de este momento Álvaro. -¿Y a partir de ahora qué? -Musito Álvaro, pensé que me había leído el pensamiento, estaba con la vista clavada en el suelo, sentado entre nosotros. Le miré, tenía las manos sobre sus duros muslos, le temblaban ligeramente y me temí que ya estuviera arrepentido por dejarse llevar por la calentura y el deseo de experimentar, de sentir su verga en un agujero aunque fuera de varón, el efecto del alcohol se pasaba y las cosas se veían de diferente manera. -Lo siento Álvaro, tu amigo maricón te ha pervertido, era mejor que no ...
... te hubiera acompañado. Ya está hecho y ahora toca olvidar, si podemos. -Coloqué la mano sobre la suya para intentar que se calmara. -¿Pero que dices? -Nos cogió a los dos por el cuello y nos apretó las cabezas cada una sobre uno de sus fuertes pectorales. -¿Quién quiere olvidar? -Elevamos las caras y nos besó a los dos varias veces. -Ha sido genial, grandioso. –No sabía a quién mirar, cada uno a su costado le besábamos la cara y los labios uniendo los de los tres sin querernos separar, aunque nuestras vergas no daban para más por esa noche, que por una vez, resultaba calurosa en la alta montaña. -Es posible que algún día pruebe lo que se siente con una verga en el culo, viendo vuestro placer me dais envidia. –Alberto y yo no pudimos evitar el regocijo y la risa, pensando por mi parte que, al menos Álvaro no se había molestado y nuestra amistad seguiría. -Tú vales más como macho y nosotros como hembritas, mira que si luego te gusta y no quieres usar esa polla. –Alberto se la acariciaba como si aquello fuera un tesoro y él, propietario de la joya, se la guardaba en el bañador que hacía de caja fuerte. Volvimos a la piscina, más que nada para refrescarnos, tendidos sobre el agua mirando al cielo estrellado, ya sin ganas de jugar y un poco bebidos también, aunque la bruma de nuestros cerebros se iba despejando, y a las cuatro de la madrugada despedíamos a Alberto. -Aunque Jesús se vaya, ¿tú y yo? -Alberto se quedó indeciso con la puerta del coche abierta, Álvaro le cogió por el ...