1. Hice que mi madre cumpliera mi fantasía (segunda parte)


    Fecha: 18/08/2018, Categorías: Incesto Grandes Series, Autor: voyeur34, Fuente: CuentoRelatos

    ... escote, que ya prácticamente no escondía nada, me dejaba vislumbrar sus dos melones 38D duros y maravillosos, descansando bajo su sostén blanco, que iba a juego con sus braguitas. —¿A qué te refieres? —¿Crees que no sé qué tomas mis panties para masturbarte? Touché. Volvía a callar, Moni 5 - Adrian 2. Iba perdiendo por puntos, por goles de campo y perdería por nocaut seguramente. Sonrisa malévola y cachonda. Volví a mirar hacia el frente. Estábamos cerca de casa. Quedaban unos diez minutos de trayecto. Era una eternidad para cualquier cosa: seguir hablando o llegar a desquitar todo el dolor de las entrañas. —¿Lo disfrutas mucho? —el tono de su voz no era de reprimenda, sino como la de toda la noche, de un sensual interrogatorio más por morbo que por cazarme. —Moni... —¿Disfrutas poniendo tu pene sobre la tela suave de mis calzones?¿Pensando que en esa parte estuvo la vagina húmeda de tu madre? —estaba entre excitado y algo avergonzado por saber que mi madre sabía lo que yo hacía. —Yo... —¿Disfrutas eyaculando sobre ellos? ¿Dejando que tu semen se mezcle con mis jugos vaginales y penetre en su tela? ¿Uniéndonos por ese instante a ti y a mí? —Maldita sea, por qué tenía que ser abogada. Cada pregunta aumentaba mis deseos y a la vez me hacía algo de vergüenza. Pero no podía negarlo todo... tenía que aceptar las acusaciones y los cargos. —Sí Moni... disfruto mucho y desde hace ya un buen tiempo que te miro con deseo y que me masturbo con tus calzones sucios y limpios, y me encanta ...
    ... eyacular sobre ellos, me hace sentir que llevas algo de mi contigo, bueno no sé si te los ponías así sucios de mi semen, pero eso sentía cada vez que lo hacía. Y me hacía sentir que te poseía de algún modo. —¿Ah sí? —Sí... —Vaya... Señoría, no más preguntas... Llegamos a casa y aparqué la camioneta de mi madre, no la metí a la cochera sino que la dejamos enfrente de la acera. Sentía su mirada inquisidora sobre mí y quizá sobre mi verga. Quería verme así, quería verme caliente ahora lo sabía más que nunca. O eso me pasó por la mente. Era como si estuviera disfrutando esa noche ponerme así por un capricho suyo, y yo sufría porque en verdad la deseaba y no sabía en qué iba a parar todo aquello ya que sabía mis oscuras intenciones incestuosas. —Sabes una cosa... —Dime. —Me encanta... —¿Qué cosa? —Que me desees así... —no me digas, pensé—. No me molesta ni me ha molestado nunca que te excites viéndome, y usando mi ropa para saciar tus deseos fetichistas. —¿De verdad? —Sí... Eres hombre y tienes tus necesidades. Y yo disfruto haciendo que los hombres se exciten conmigo. —La verdad sí, en el bar todo mundo te comía con la mirada. —Pero ya ves, iba contigo... Para ti solita... ¿No me disfrutaste? —¿Qué quieres decir? —No te hagas... —fingí demencia—. ¿A poco las tocaditas a mis tetas eran casualidad? —Mmmm no... —acepto que estaba derrotado, mi madre me había cachado en todo, pero me encantaba la derrota. Porque eso quería decir que mi madre consentía todo eso. —¿A poco esos rozones ...
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