1. El vendedor


    Fecha: 18/08/2018, Categorías: Primera Vez Sexo con Maduras Voyerismo Autor: comechocho, Fuente: xHamster

    La primera vez que mi esposa me fue infiel se me había caído el mundo en pedazos. La descubrí por un correo que leí en su laptop justo el día en que se había ido a encontrar con aquel amigo de la adolescencia, y aunque ella me juró que esa iba a ser la primera vez y que mi llamada la detuvo a tiempo, siempre me quedé con la duda.Con el paso de los meses fui perdonándola, claro está, a sabiendas de que yo mismo había sido infiel en algunas ocasiones, solo que ella nunca me había descubierto. Comprendí que mis infidelidades no afectaron el matrimonio, y terminé por pensar que aun que ella me hubiera puesto el cuerno incluso en varias ocasiones, nuestra vida seguía como siempre.Todo lo había digerido en mi mente, sin embargo, había algo que aun me hacía ruido, y era esa morbosa posibilidad no solo de enterarnos de las infidelidades del otro, sino de cometerlas con el consentimiento del segundo, y aun mejor, en presencia del otro.A pesar de lo sucedido jamás me animé a proponerle algo asi a mi esposa, quien para no dejarlos con la duda, es una mujer de 38 años, con un rostro algo acabado por la vida, pero un cuerpo delgado que con los años solamente ha acumulado carne en el trasero y los muslos, lo cual la hacen ver aun mejor que cuando la conocí.En los últimos 3 meses había tenido 3 oportunidades claras de serle infiel a mi esposa, sin embargo, aunque el número no era nada despreciable comparado con las oportunidades que llegué a tener a los 25 o 30 años, esa maldita fijación ...
    ... por la infidelidad en presencia de mi mujer me llevó a desecharlas por no atreverme a proponérselo ni a una, ni a la otra.Inocente, tal vez hasta estúpidamente, jamás pensé que la primera oportunidad se daría con los papeles volteados… y asi fue como sucedió:El insoportable calor de la ciudad de Monterrey se hizo presente ese día, y junto con este, la disfrutable sorpresa de ver a mi mujer en un vestidito de una sola pieza, holgado, y no más abajo de media pierna. No me aguanté las ganas de comérmela con la vista cuando me pasó por enfrente, y mientras se sonreía me dijo que desde que se había comprado el vestido sabía que yo haría eso. No pude más que contestarle que me conocía bastante bien, y acto seguido me puse detrás de ella para pasarle una mano alrededor del cuello mientras con la otra le manoseé las nalgas a placer subiéndole el vestido y quitándome la curiosidad del tipo de interior que llevaba debajo.Como siempre que hacía eso, ella se soltó en carcajadas y comenzó a quitarme las manos de encima, argumentando que el niño estaba en el piso de arriba y temía que bajara para encontrarnos en pleno espectáculo erótico.A fin de cuentas sacié mi duda y corroboré que siempre que usaba vestidos cortos, se ponía debajo una pantie nueva que seguramente compraba uno o dos días antes del fin de semana que planeaba usarlo, y que generalmente no era tan provocativa como una tanga, pero si dejaba ver bastante de sus nalgas si una corriente de aire decidía regalarle el espectáculo a ...
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