Mi secreto con mi prima.
Fecha: 24/08/2018,
Categorías:
Incesto
Autor: Anónimo, Fuente: SexoSinTabues
... pechos tenían un tamaño considerable. La oportunidad de verla tal y como me la imaginaba llegó más pronto de lo que creí. En vacaciones de Diciembre, volví a ser invitado a pasar Navidad en casa de mis tíos y su familia. Afortunadamente, solo yo había recibido la invitación, de modo que me sentía más cómodo. Podía estar con ella sin que nadie se nos interpusiera. El último día se nos fue en pláticas que poco a poco se tornaban más personales. Para el anochecer, nos encontramos confesando nuestras experiencias sexuales. Relataba con lujo de detalle la ocasión en la que su ex novio había decidido despojarla de su virginidad anal sobre el sillón de su casa o cuando le practicó sexo oral a uno de sus amigos en el baño de su colegio. Como podrán intuir, tenía la erección más dura que he tenido en toda mi vida y que apenas podía ocultar con una de las almohadas de la cama en la que estábamos, en el cuarto contiguo al suyo. No me atreví a preguntarle si había sido cierto o no todo lo que mi primo me contó sobre ella, pero por la naturaleza de sus relatos, intuí que no mentía y que, efectivamente, había tenido un par de encuentros con ella. Al terminar, se despidió con un beso en la mejilla y me deseó buenas noches, antes de salir de la habitación. En cuanto la puerta se cerró, liberé la erección atrapada en mis pantalones y suspiré aliviado. Oír todo eso había hecho que mi morbo sobrepasara todo sentimiento de culpa por ver de ese modo a mi prima y opté por masturbarme, deseando ...
... con todas mis fuerzas haber sido quien se atrevió a penetrarla analmente o sentir la calidez de su boca y la humedad de su lengua alrededor de mi miembro. Me tomé todo el tiempo del mundo en disfrutar por mi propia mano hasta que escuché la puerta del cuarto abrirse lentamente. Instintivamente oculté mi semi-desnudes entre las sabanas y volteé un tanto alterado. Era ella, mi prima, con una mirada lasciva en su rostro y una expresión en su rostro que indicaba que tramaba algo. Cerró la puerta tras de sí, se acercó directamente a la cama y me silenció con un beso en los labios, anticipando mis interrogantes sobre lo que hacía ahí. Asimismo, retiró las sabanas antes de que pudiera tomarla de vuelta y subió sobre mi cuerpo, apoyando sus nalgas cubiertas únicamente por su ropa interior sobre mi pelvis. Mi pene se había acomodado entre ellas, cosa que la hizo sonreír y comenzar a mover sus caderas de atrás hacia adelante, en movimientos insinuantes y tortuosos. Me quedé sin aliento, sin saber cómo reaccionar, sin saber qué hacer. De nueva cuenta, se precipitó contra mis labios, en besos casi desesperados. Nuestras lenguas se encontraron y se enroscaron de forma obscena. Quería saborear cada segundo y minuto que pasaría con ella durante ese periodo paradisiaco. Después de separarse, me susurró al oído lo excitada que había estado al escucharme y al relatar. Mencionó el haberse dado cuenta del interés que comencé a tener hacia ella. No supe responder. Se incorporó para deshacerse de su ...