La amorosa hija (Parte 11)
Fecha: 06/10/2017,
Categorías:
Incesto
Autor: Thomas, Fuente: CuentoRelatos
... nada hubiese pasado. Su corazón latía aceleradamente. Hasta el hambre se le había quitado. Se había excitado, aunque le costaba aceptarlo. Era urgente para ella continuar. No iba preparada para encontrar la añorada evidencia de la manera menos esperada y sencilla. Era poco antes de las 4 de la tarde. Tomás estaba como león enjaulado solo con su hija en la casa. No quiso insinuarle ir a casa de Anne en virtud de la tensión imperante entre ellas. El deseaba salir un par de horas y ella deseaba quedarse sola para continuar viendo las fotos. “Papi, ¿te importaría si llamo a mis amigas para que vengan un rato? No pude verlas en la mañana y me da flojerita salir. Aparte me voy a perder de seguro”, preguntó Estela. “No hija, para nada. Estás en tu casa. De hecho, pensaba salir a casa de los Martínez. No los he visto desde el año pasado”, contestó Tomás. “¿Cómo a que horas vienen?”, preguntó. “Mas tarde, digamos en una hora más”, contestó Estela. La casa estaba presentable, aunque evidentemente se trataba de una mentira de Estela. Su objetivo real era continuar fisgoneando la cámara. Sintió algo de preocupación cuando Tomás tomo su portafolio y se dirigió al estudio. Sigilosamente, observó como sacaba la cámara digital y la puso en el segundo cajón a mano derecha. Regresó rápidamente a la estancia. “Bueno hijita, te quedas en tu casa. Creo que tienes todo lo necesario para atender a tus amigas, ¿verdad?”. Ya se le ocurriría algún pretexto cuando su padre se percatara que no hubo tal ...
... visita. “Tu vete sin cuidado, papi. Si necesito algo le hablo a Anne. Disfruta a tus amigos”. Tomás acababa de concluir una difícil semana con Estela y no sintió obligación alguna al dejarla sola en casa mientras sus amigas llegaban. Estela esperó 10 minutos después que su padre salió, recordando que a veces regresaba por algo que se le había olvidado. Checó su celular y vio que el auto de Anne estaba en su casa. Se dirigió al estudio y se sentó en la misma silla en que papi se había tirado a Anne la primera vez. Abrió el cajón y sacó la cámara. Recorrió con ella en la mano la casa, pensando donde y como lo hacían. Se recostó en la cama de papi y la olió, como tratando de percibir algo. Antes de encender la cámara, sintió que su vagina se humedecía rápidamente. Con lo que había visto era suficiente para encenderla. Había oído mucho sobre las películas pornográficas, pero jamás había visto una. Su ortodoxa forma de ser le impedía visitar sitios porno en internet, aunque si monitoreaba las demás computadoras en su casa, en especial la de su hija mayor. Aunque imaginó infinidad de veces a su padre y su hermana haciendo el amor, jamás pensó tener el deleite de verlos, literalmente. Encendió de nuevo la cámara y comenzó desde el principio, acostada en la cama de papi. Pasó foto por foto, lentamente, admitiendo la bella sensualidad de su hermana al verla desnuda por vez primera, pero cuando llegó a donde se había quedado, sintió una descarga en su vagina: ¡que grande el pene de su ...