1. La amorosa hija (Parte 4)


    Fecha: 06/09/2018, Categorías: Incesto Autor: Thomas, Fuente: CuentoRelatos

    ... palabras. Llegó el ansiado día de partir. Raúl los despidió en el aeropuerto para volar a Nueva York, donde se reunirían con Estela y Mark, quienes supuestamente habían llegado más temprano ese mismo día. El vuelo México – Nueva York estaba programado para llegar después de las 11 de la noche. Todo salió perfecto y sin retrasos. “Le encargo a nuestra reina, don Tomás”, dijo Raúl al despedirse para entrar al área de abordar. “Nos vemos el domingo, dijo al besarla y estrechar la mano de su suegro, abrazándolo”. Ya sentados en primera clase del avión, Anne le preguntó a Tomás por la píldora. Tomás le dijo que la traía a la mano, en tono renuente pero dispuesto a usarla. Al llegar al aeropuerto John F. Kennedy, Estela y Mark los esperaban en arribos internacionales. Anne, como siempre, iba cómoda pero adecuadamente vestida y bien maquillada. Estela, por el contrario, se veía bastante informal, a su muy particular estilo de ser, algo descuidada en la coordinación de su ropa y el pelo, con canas notorias, recogido en una cola. Mark también se vistió, aparentemente, con lo primero que encontró. No parecía importarles en lo absoluto como se vieran, al mero estilo gringo. Cuando caminaban a recoger su equipaje, Anne le susurró al oído a papi, “tomate la pastillita”. “Tómatela… ¡ahorita!”, le ordenó, calculando una hora más para que comenzara la acción. Tomás se dirigió al próximo bebedero y obedeció las órdenes de su hija. Se saludaron con mucho afecto. Las hermanas se abrazaron y ...
    ... besaron. Les contaron como deambularon casi medio día por el aeropuerto, esperándolos. Por fortuna había mucho que ver y hacer ahí. Rentaron un automóvil y se dirigieron al hotel en Manhattan donde tenían las reservaciones. Mark conocía bien Nueva York. Anne y don Tomás iban en el asiento trasero. Era ya pasada la media noche cuando llegaron. “Papi, ¡te ves guapísimo con esa barba!”, fue lo primero que dijo Estela al ver a su padre con su bien delineada característica masculina algo emocionada. “¡Estas tan bien que yo pensaba que Anne estaba retocando las fotos, fíjate nomás!”. “Yo ni sé de esas cosas”, intervino Anne. “¡Ay Estelita!, la necia de tu hermana, ya sabes que cuando se le mete algo en la cabeza, no lo suelta, igual que su madre. Es una monserga”, contestó Tomás, “pero ella también se comprometió a tenérmela presentable, que es para conseguir una novia”, agregó riéndose. “¡Siiii, pero te tumbaste como 20 años, bárbaro!, insistió Estela, “nomás acuérdate que tu noviecita no puede ser divorciada”, recalcó Estela, entre broma y serio. Comenzaron a platicar ya en el trayecto al hotel, mientras Mark les explicaba cómo llegar. Unos 10 minutos después, Anne comenzó a pestañear, mientras Tomás se esforzaba por poner atención luchando contra el sueño. Hasta que faltó la respuesta a una pregunta de Estela. Al igual que Anne, don Tomás se quedó dormido. Estela bajó de inmediato el visor del auto y se puso a observarlos en el espejo, simulando maquillarse, con morbosa inquietud y ...
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