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La buena comida del profesor
Fecha: 09/09/2018, Categorías: Sexo Oral Fantasías Eróticas Autor: Iría Ferrari, Fuente: CuentoRelatos
Le puse de pie derecho, enfundada en unas sandalias azules de tacón. Quedaba así mi vagina a la vista. Por supuesto que no me había puesto braguitas, como a los dos nos gustaba. Levantó entre confuso y asustado la vista de sus papeles y me miró, primero la pierna desde los dedos del pie, pasando por el tobillo, la rodilla y el muslo hasta la húmeda entrepierna que le esperaba ansiosa. Bajé mi pie y levanté la otra pierna pasándola por encima de su cabeza hasta quedar sentada en la mesa de su despacho, mi entrepierna caliente encima de sus papeles. Me abrí la camisa negra y me acaricie los pezones que casi se escapaban de mi sujetador. —Comemé- Le ordené. Él me miró a los ojos y se fue acercando poco a poco a mi sexo, deteniéndose a besar mis pantorrillas, mis rodillas, la cara interna de mis muslos. Me dio un beso suave justo encima del clítoris y a continuación me abrió los labios con los dedos y deslizo su tibia lengua por los labios menores haciendo círculos para luego iniciar una lamida profunda desde mi vagina hasta mi clítoris. Yo me retorcía y gemía moviendo mis caderas sin dejar de pellizcarme los pezones, presa del placer. Apreté su rubia cabeza contra mi sexo para lograr me penetrara profundamente con la lengua. Él no dejaba de pasar su lengua por todo mi coño ardiente y alternativamente me penetraba con la lengua y no dejaba de chuparme. Así con su cabeza incrustada entre mis piernas me corrí con extrema violencia, notando como sus mejillas se empapaban de mis ...
... jugos. Me dejé caer sobre la mesa exhausta y con mi clítoris aún palpitante. Él me beso las rodillas y me las cerró con decoro para después apoyarse en ellas y mirarme fijamente con su sonrisa cómplice. Déjame trabajar cielo, cuando acabe me debes una. Yo me acerqué a él y le limpie los restos de mi corrida con besos. Algo tendría que prepararle en recompensa por la buena comida. Por fin termino de trabajar. Estaba cansado y se había hecho tarde. No hay nada más agotador que evaluar a 90 niñatos con las hormonas revueltas en clase y yo ya estaba aburrida y decidí cenar sola un sándwich vegetal. Mientras cenaba sola, pensaba en que sus dedos seguían oliendo a sexo. De repente guardó su carpeta me miro desde el otro extremo de la habitación, sabiendo me había hecho una promesa. Solté de golpe el sándwich cuando me dijo: —Voy a por ti...Te debo una, cielo. —Acércate. - Casi susurró. Noté en su mirada lo mucho que me deseaba. Lo besé en la boca primero suavemente para luego casi devorarnos. Él se fue incorporando abrazándome de pie junto a mí. —Túmbate- me pidió con su sonrisa pícara. Obedecí y me tumbé sobre el viejo sofá que tenía. Fue a buscar algo entre los cajones de la cómoda, y por un momento pensé en que me tenía preparado. Se acercó a mí con unas cuerdas en la mano y me volvió a besar apasionadamente. Yo estaba encantada. Me cubrió los ojos con una franja ancha de raso negro. Su contacto con la piel de mi cara ardiente era gustoso y me excitaba más. Después me ato cada ...