Helena y su regalo de cumpleaños - Relatos Eróticos

Helena y su regalo de cumpleaños

Helena, la mejor amiga de mi esposa, había cumplido años esa noche.Anita había sido invitada a compartir unas copas con ella y algunas amigas. Habían salido todas juntas para celebrar la noche en un pub donde bailaban strippers masculinos.El esposo de Helena, Jorge, no estaba seguro si esa noche su perra mujercita había estado cogiendo con alguien más; pero por las dudas, esa noche la esperó despierto; la desnudó cuando ella llegó y la ató a la cama.Entonces Jorge me llamó a mí, su amigo del alma, diciendo que yo sería el regalo de cumpleaños de Helena…Por supuesto, me entusiasmé con la propuesta. Le pregunté si su esposa sabía algo del paradero de la mía, ya que Anita todavía no había regresado a casa.Jorge se rió a carcajadas, diciendo que yo podía disponer tranquilo de todo el tiempo del mundo, ya que, según Helena, mi adorable mujercita en ese momento estaba seguramente cogiendo con uno de los strippers que la había levantado en el boliche…Decidí entonces aceptar la propuesta de Jorge y me dirigí hacia su casa. Cuando entré en la habitación, sin hacer demasiado ruido, la vi.Helena estaba tumbada boca arriba en la cama, vestida solamente con una diminuta tanga negra que apenas le cubría su pubis depilado, medias de nylon color negro y una camisola transparente que permitía ver sus magníficas tetas. Unos zapatos de taco alto realzaban sus torneadas piernas. Estaba realmente para comérsela; en especial así maniatada al respaldo de la cama y con los ojos vendados por un ...

... pañuelo de seda negra.En el pasado ya me había cogido a Helena alguna vez, sin que mi amigo Jorge lo supiera, pero nunca la había visto tan sensual como aparecía en la cama esa noche…Me quité los zapatos y me deslicé silenciosamente por la alfombra. Me acerqué a la cama y me senté en el borde, mientras alargaba una mano para acariciar las piernas de esa perra en celo.Helena se sobresaltó al contacto y preguntó quién era…“Soy tu regalo de cumpleaños…” Susurré, tratando de disimular mi voz.Pude notar que Helena entonces se relajaba un poco y hasta inclusive, separaba un poco sus muslos, como invitando a mi mano a entrar entre ellos.Era realmente una verdadera perra caliente; sensual y hermosa, con esa cara de puta, piernas matadoras y ese cuerpo tan voluptuoso.Me desnudé despacio, dejando mis ropas sobre la alfombra.“Voy a sacarte esa puta que llevas adentro de tu cuerpo…” Le susurré…Mientras metía mis dedos por el borde de su tanga. Helena se estremeció al contacto y pude ver que esbozaba una leve sonrisa bajo el antifaz.Tal vez había reconocido mi voz; pero, de todas maneras, ella sabía que yo podía darle una cogida infernal…Muy despacio acerqué mi verga ya erecta a sus labios y le ordené que abriera la boca, para que empezara a tragarse el primer pedazo de regalo que tenía para ella.Helena sabía lamer una verga muy bien. Tomé su cabeza con mis manos y empujé, ordenándole que se la tragara entera.Cuando sentí que estaba a punto de acabar en su boca, la liberé.“Hoy como regalo ...