2003 AVentura sonidera
Fecha: 16/09/2018,
Categorías:
Anal
Primera Vez
Sexo Duro
Autor: sonidero, Fuente: xHamster
No siempre ser un pardillo es un problema. Cuando tenía veinte años, una vecina de mi madre me tomó como su chapuzas personal y para colmo no me pagaba. Doña Merche una simpática cincuentona vivía en frente nuestro y abusando de la amistad que le unía con mis viejos, cada vez que le fallaba algo en su casa, me llamaba para que se lo arreglase. Daba igual que la chapuza fuera un grifo que le goteaba, una luz que no le encendía o que por causa de una tormenta, la televisión no estuviera sintonizada, siempre que le venía en gana esa vieja me llamaba y yo no podía negarme.A mi madre le daban igual mis quejas.-Debes ser un buen vecino- me dijo una vez que volvía encabronado por perder una hora en casa de la vecina sin que siquiera me hubiese invitado una cerveza –algún día se lo agradecerás.Sin saberlo, mi querida progenitora profetizó lo que os quiero contar que no es otra cosa que mi historia con la hija de esa señora.Merceditas, como decían a ese bombón, no vivía en la casa porque se fue a vivir con su novio hace muchos años. Aquel verano había formalizado su unión, casándose en la parroquia del barrio. Con veinticinco años, esa rubia estaba buenísima y lo sabía. Consciente de que tenía una cara preciosa y un cuerpo que hacía las delicias de todo aquel que la viera pasar, tonteaba conmigo cada vez que nos cruzábamos en el ascensor. La naturaleza había sido generosa con ella, dándole además un par de enormes pechos que era incapaz de dejar de mirar cuando subía con ella hasta ...
... nuestro piso.-¡Qué guapo estas, vecinito!- me decía la jodida invariablemente para hacerme cabrear, recalcando los cinco años de diferencia que nos llevábamos. Os reconozco que me daba igual. Lejos de enfadarme, su guasa me daba motivos para alargar un poco más la contemplación de esas dos maravillosas tetas.Pero volviendo al tema que os quiero contar, una mañana de invierno, Doña Merche me llamó porque tenía una urgencia. Al preguntarle que ocurría, me explicó que el calentador le fallaba y su hija necesitaba darse una ducha.Como comprenderéis, saber que ese pibón estaba en la casa era motivo suficiente para no reusar en ayudarla. Por eso, cogiendo mis herramientas me planté en su apartamento. Al llegar, la encontré enfundada en una bata mientras desayunaba. Un poco cortado, pedí permiso y sin mirarla me puse a arreglar la caldera. Al tener que desmontar la carcasa, me dí la vuelta para coger una silla y fue cuando me encontré que ese zorrón se había abierto un poco su albornoz, dejándome disfrutar del inicio de sus pezones.Impactado por la rotundidad de ese escote, no pude separar mi vista de ese par de melones y debido a eso, me pilló mirándolos. Lejos de enfadarse, sonrió al darse cuenta de mi fijación y aprovechando que su madre no estaba en la cocina, me soltó:-Parece ser que a mi vecinito le gustan mis pechos- avergonzado hasta decir basta, me quedé callado mientras esa mujer se reía de mí -¿No te gustaría ver algo más?- preguntó separando sus rodillas.El espectáculo de ...