Recuerdos
Fecha: 20/09/2018,
Categorías:
Confesiones
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
Ya han pasado muchos años desde que me dejó mi primera novia. Ahora llevo tiempo también con una chica a la que quiero mucho, me quiere cantidad y me quiero casar con ella. El problema es que a ella no le gusta tanto el sexo como a mí. De acuerdo que cuando nos ponemos a follar el acto se convierte en una pelea salvaje de lujuria y flujos corporales, pero aún así ella es muy clásica para según que cosas y me cuesta mucho ser natural y espontáneo en la cama con ella. todo esto, ocasiona que vengan a mi mente recuerdos del ayer....Belén¡....lo que pude llegar a hacer yo con esa chica....Belén¡, nos pasábamos la mayor parte el tiempo follando. Sobre todo recuerdo los autobuses. cuando nos dirigíamos a la escuela en autobús......... La música sonaba por los altavoces de aquel maltrecho bus, la gente se agolpaba en los asientos retorcidos por el paso del tiempo. Yo, tenía en mi regazo a Belén, lentamente ella me miraba y al compás de la música que salía de los altavoces, me besaba, se reía e iniciaba una especie de ritual. Cogía el abrigo y lo depositaba encima de mi entrepierna y siempre, siempre, al compás de la música empezaba a toquetear mi ya inminente paquete. El ambiente en el autobús seguía siendo el mismo, y nosotros actuábamos con toda naturalidad... nadie imaginaba que debajo de aquél abrigo gris ella me estaba empezando a bajar la bragueta y lentamente sacaba mi polla para acomodarla entre el abrigo y empezar poco a poco a acariciarla, apretarla, a masturbarme. El ...
... ritmo de la masturbación siempre coincidía con el ritmo de la música que en ese momento hubiese en la radio. Muy excitante. Notaba su cálida mano como se fundía con mi polla y sus movimientos eran cada vez más rápidos y violentos, yo notaba cómo la piel de mi rabo subía y bajaba apresuradamente al abrigo de su delicada mano, mis flujos ya empezaban a hacer acto de presencia y notaba como las puntas de sus dedos se iban humedeciendo de mi licor. Aquello era morirse, yo sólo quería salir de ese aprieto, abrirla de piernas y penetrarla allí mismo. Pero, no, ella seguía mirándome con su cara angelical, mientras debajo del abrigo se comportaba como una fiera hambrienta, el ritmo de la paja ya era descomunal y su mano parecía no tener canse, apretaba y volvía a soltar, con sus dedos abría y cerraba la obertura de mi capullo y me bajaba la piel de mi miembro bruscamente hasta el final, (esta sensación era muy placentera) entre tanto movimiento mi fuerza cada vez se iba debilitando y anunciaba la llegada de mi orgasmo. Qué placer, me iba a correr en una autobús lleno de gente y en su mano, le iba llenar la mano de semen... de mi semen. Sólo con pensar esto empecé a dejarme llevar, el ritmo de la masturbación era ya el sprint final, ella se había permitido el lujo de utilizar la otra mano para acariciarme los huevos mientras frenéticamente me masturbaba, y arriba y abajo rápidamente. El gusto empezó a venir por mi hinchada vena y culminó con una explosión de placer que creía que los ...