Sonia
Fecha: 21/09/2018,
Categorías:
Incesto
Autor: kiko, Fuente: CuentoRelatos
Basilio, un cuarentón español, moreno, de estatura mediana, pelo castaño y rizado, llegó del hospital, donde quedara ingresada su esposa Rosa, una morenaza cubana, flaca de 36 años, de 1.80 de estatura, de largo cabello negro, labios carnosos, grandes tetas, tremendo trasero y grandes ojos negros. En la sala de estar, sentada en un sillón se encontró a su hija Sonia, que era un cuadro de su madre, en versión jovencita. Sonia le preguntó a Basilio: -¿Cómo está mi mami? -Bien. Sólo fue un susto. El médico dijo que se tiene que quedar una noche en observación. Dijo que los golpes en la cabeza son muy traicioneros. -¡Bien! -Si, gracias a Dios todo va bien. Sonia no lo decía por eso. Basilio pronto iba a descubrir porque lo decía. -¿Cenaste, papí? -No. ¿Pido una pizza? -No hace falta. Hice curry, picante, muy picante -No sé cómo os gustan tanto las comidas picantes. Sonia, que llevaba puestos unos jeans que marcaban su impresionante trasero, y una camiseta escotada que dejaba ver el canalillo de sus enormes tetas, se levantó y le dijo: -El picante hace hervir la sangre. ¿Cenamos aquí o en la mesa de la cocina? -En la mesa de la cocina, Cenando en la mesa de la cocina. Sonia, quitó una de las zapatillas. Por debajo de la mesa estiró una pierna y puso su pie en la entrepierna de Basilio. -¡¿Qué haces, Sonia?! -Lo que llevas tiempo deseando que te haga. Mírame a las tetas y dime que estoy equivocada. Basilio le miró para el canalillo y le empezó a latir y a engordar la polla. -Estás ...
... en lo cierto, pero no voy a hacerle esa faena a tu madre. -¡Déjate de tonterías! Mi madre se casó contigo por los papeles y tú con ella por el dinero que te dio. -Eso fue hace un año. Ahora nos amamos. Y a ti te quiero como a una hija. Sonia quitó el pie de la entrepierna de Basilio, bajó la cabeza, y mostrando falsa vergüenza, dijo: -Creo que metí la pata hasta el fondo. Basilio, que seguía empalmado, le dijo: -Metiste, ¡Vaya si se la metiste! Poco después, Basilio, estaba sentado en el sillón grande de la salita de estar. Sonia estaba a su lado. Y Basilio le preguntó: -¿Ya te pasó la tontería? -No. Me muero por tener esa polla tuya dentro de mi chochito. -No debí preguntar. Sonia, con voz de mimosita, dijo; -Anímate, papi, anímate. No vamos a tener otra oportunidad como esta. -Mejor. No está entre mis planes futuros el acostarme contigo. -¿Y no me puedes hacer un dedo, papi? Estoy muy, muy caliente. -Vete a tu habitación y hazlo tú. -Quiero correrme mirándote a los ojos. -Sería bonito verlo, pero se entera tu madre y me deja. Basilio nunca debió decir esas palabras. Sonia se vino arriba. -Y si se entera de esta conversación también te manda a paseo. -¿Se la vas a contar? -Depende. ¿Me haces un dedo? Basilio, cedió. -¿Sin besos? -Sin besos. Sonia se quitó los jeans y se quedó en bragas y camiseta. Se reclinó hacia atrás y abrió sus largas y moldeadas piernas. Basilio metió su mano derecha entre las piernas de Sonia. Tenía las bragas mojadas. Se las apartó y comenzó a meterle ...