Aparcamiento
Fecha: 06/10/2018,
Categorías:
Masturbación
Autor: capata, Fuente: SexoSinTabues
Dedicado a Julian Me encontraba en el aparcamiento del pabellón de deportes de mi ciudad, puntual a la cita con mi desconocido. Una furgoneta tintada estacionó a mi lado, el tipo me hizo una señal abriendo la puerta trasera. Accedí a la parte trasera del furgón, el hombre de unos sesenta años, bajo, sin pelo, barriga cervecera ya se había sentado en el amplio asiento. Cerré la puerta. - ¿Lo has traído?, preguntó. Asentí con la cabeza, abrí la bolsa y saqué el tanga azul usado de mi esposa, (es el que más me excita de toda su lencería). Se lo llevó a la cara, lo olió y lamió con glotonería. -Huele y sabe a la zorra de tu mujer, dijo. Sus humillantes palabras me excitaron y mi diminuta pollita comenzó a ponerse dura empapando mi boxer. El maduro arqueó su cuerpo y desabrochándose el botón de su pantalón lo bajo junto con su slip. La verga del desconocido, aún flácida, reposaba sobre su peluda barriga, sus testículos eran enormes. - Ya sabes lo que tienes que hacer cabrón, me ordenó autoritariamente. Bajé con mi mano el glande del desconocido y envolví su verga con el diminuto tanga de Alba. Mi mano empezó a subir y bajar por el miembro de ese asqueroso viejo. Al poco la verga del individuo empezó a crecer hasta alcanzar un tamaño considerable, unos dieciocho centímetros (nada que ver con la mía), comencé a masturbarme por encima de mi pantalón. - Sigue maldito cabrón, que bien me pajeas, los cornudos como tú sólo servís para hacer pajas dijo el muy cerdo. Su mano se posó en mi ...
... cabeza y tirando de ella hacia abajo puso mi rostro a la altura de su miembro mientras el tanga de mi esposa subía y bajaba sobre su poderosa verga. Retiré la prenda íntima de mi esposa y me introduje su miembro en mi boca. El anciano con un fuerte golpe de cintura me la introdujo hasta lo más hondo de mi garganta. Me ahogaba y apenas podía respirar, lagrimones corrían por mis mejillas. Afortunadamente, sacó su verga de mi boca, cogí aire y empecé a chupar de nuevo, olía a sudor y orín, cubrí de saliva su dura verga llegando hasta sus peludos huevos, los cuales, besé con ansia. - Que bien la comes maldito puto, la mamas mejor que la zorra de tu mujer, como me gustaría que estuviese aquí para que viese lo cabrón y cornudo que es su esposo. Pasados unos diez minutos el anciano se arqueó, apretó mi cabeza contra su durísima verga y se corrió. Seis trallazos de leche estallaron en mi boca, tragué lo que pude, el resto de su tremenda corrida manchó mi cara, mi cuerpo y mi pulcra camisa. Ordeñé los testículos del macho hasta dejarlos vacíos de su leche caliente y como el buen cornudo sumiso que soy limpié con mi lengua y con el tanga de mi mujer la verga de mi amante desconocido. Pasado un rato el anciano dijo: ahora te toca a ti. Bajé mis pantalones y mi boxer, saqué las fotos de Alba desnuda y se las entregué al desconocido. El hombre agarró mi pollita y empezó a meneármela mientras veía las fotos de Alba, dejé caer mis brazos a los laterales de mi cuerpo. -Vaya pedazo de hembra ...