1. Días de lluvia


    Fecha: 11/10/2018, Categorías: Erotismo y Amor Confesiones Autor: Relatosdefantas, Fuente: CuentoRelatos

    ... con piel. Podía sentir las caricias de sus muslos en los míos mientras se acercaba y alejaba para besarme. En una de las idas la abracé y la dejé pegada a mí. Comencé a besarla en el cuello mientras mi mano descendía por su espalda y llegaba por debajo de la falta a su ropa interior. Hice de tripas corazón y me aventuré a bajar sus braguitas un poco para poder meter la mano por el interior y acariciar su culo. Las sensaciones que me llegaban me invadían por completo, ya no era dueño de mí mismo. Ella, sin dejar de besarme, bajó su mano hasta mi entrepierna, metió la mano por debajo de mi ropa interior y comenzó a masturbarme lentamente. No vi otra salida, había que terminar lo empezado. Me incorporé un poco y bajé mis slips hasta las rodillas. Acto seguido ella se quitó su chaqueta y las braguitas, se abrió la camisa y se volvió a colocar encima de mí de la misma forma. Agarró con su mano mi sexo y lo puso junto al suyo, luego descendió un poco. Podía sentir el calor y su humedad en mi entrepierna. Fue bajando cada vez más a la vez que se entregaba a mí en ...
    ... un abrazo. Con su cabeza en mi hombro podía disfrutar del olor de su pelo mientras ella hacía que nos fusionásemos en uno. Al fin, cuando pudo estar relajada sobre mí, comenzó sin dejar de abrazarme a mover sus caderas en un movimiento suave de vaivén. Yo sentía su respiración entrecortada muy cerca de mi oído. Al poco tiempo, decidió poner los codos en mis hombros y con sus manos me atrajo hasta su pecho, ahora al descubierto. Ella nunca llevaba sostén, pero eso yo no lo descubrí hasta ese día. Comencé a besarla por todo el pecho y a apretarla contra mí. Tras unos instantes ella se echó hacia atrás y comenzó a subir y bajar sus caderas, agarrada en las cabeceras de los asientos. Y ahí la tenía yo, frente a mí, gimiendo. Su camisa abierta, sus pechos y su cuello brillantes del sudor, haciéndome el amor como jamás pensé que sería posible. Cuando terminamos, los cristales del coche estaban tan empañados que pareciese que siempre habían sido blancos y opacos. Diría que fue una noche bastante especial, si no fuera porque ahora la repetimos cada noche con lluvia. 
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