Fin de curso
Fecha: 17/10/2018,
Categorías:
Sexo en Grupo
Autor: Mussines, Fuente: CuentoRelatos
... provocativas era de infarto. No era muy alta, pero tampoco baja. Estaba delgada y sus curvas a pesar de no ser muy pronunciadas provocaban en mi, incesantes olas de deseo por poseerla. En el preciso instante en el que la cogí por la cintura para enrollarme con ella, la excitación se apoderó de ambos, ya que por fin podíamos dar rienda suelta a todo el deseo contenido a lo largo de un día repleto de insinuaciones y provocaciones. Fue abrazarnos y nuestras bocas fueron a un encuentro apasionado, similar al de dos enamorados que han pasado mucho tiempo separados. Nuestras lenguas se exploraban fogosamente al mismo ritmo de la música que golpeaba dentro de nuestros pechos. En aquel momento, unidos a través nuestras bocas, parecía que todo alrededor dejaba de existir. En aquella discoteca sólo estábamos ella y yo. Esa sensación hizo que ambos nos desinhibiéramos y comenzásemos a abandonarnos a los impulsos de nuestros cuerpos. Mi excitación irremediablemente se reflejaba en un empalme cada vez más notorio, respondiendo ella con movimientos precisos que buscaban la presión y el calor de mi polla en su coño. Yo la agarraba con fuerza del culo, apretándola contra mí, mientras que ella abrazada a mi cuello empujaba hacia sí mi cabeza, prolongando aquel beso eterno. Sentía además cómo sus pechos se estrujaban contra mí, acentuando el deseo, la pasión sin freno de dos cuerpos jóvenes con ansia de sexo. Estábamos tan juntos que la misma sensación de nuestros cuerpos chocando me ...
... resultaba molesta. Yo quisiera fundirme con ella, ser una misma cosa, alejarme de los límites físicos de nuestros cuerpos... Y sin embargo, a cada roce de sus senos le respondía una embestida de mi polla, a su vez respaldada por su gemido dentro de mi boca. Y como un círculo infinito de placer nuestros movimientos cada vez eran más manifiestos, más explícitos. Decidimos por lo tanto alejarnos de la pista y camuflarnos en la oscuridad de los rincones del local. La mera separación de nuestros cuerpos para salir de allí acentuaba nuestro deseo, de tal forma que en el breve trayecto nuestras manos no contentas con ir unidas entre sí, se desplazaban certeras por nuestros cuerpos, sobándonos mutuamente el culo, la cintura, el cuello, el pelo... Cuando llegamos al más oscuro de los rincones el espectáculo que allí nos aguardaba era alucinante. Rodrigo y Saúl, mis compañeros de piso se habían aliado en la conquista de una muchacha desconocida, y allí mismo los tres se entregaban al oscuro arte del sexo. La chica, con su camiseta de tirantes totalmente bajada mostraba una de sus tetas a Saúl, quedando la otra aun escondida en su sujetador. Al mismo tiempo con su mano le estaba haciendo una paja a Rodrigo mientras que con la otra mano sobaba el paquete de Saúl con lujuria. Éstos, por su parte, sobaban a la chica con descaro, Saúl entregado a la teta de la chica y Rodrigo por debajo de la falda de ésta parecía estar devolviéndole la paja que ella le estaba haciendo. Sara y yo nos quedamos ...