1. Sola (una noche de verano)


    Fecha: 18/10/2018, Categorías: Masturbación Autor: roura92, Fuente: SexoSinTabues

    No creo que sea egoísmo, pero el máximo placer, placer físico concretamente, lo he conseguido en solitario. Pero no todo queda solo dentro de mí, estas experiencias me han sido esenciales para conocerme y aprender a obtener y dar placer a otras personas, Un placer menos físico, pero mucho más visceral. Espero que compartir esta visión subjetiva de mi experiencia, os pueda servir tanto para obtener excitación al leerla, como para aprender alguna cosa, desde otro punto de vista, sobre el placer de la mujer. Hay días con deseos de sensaciones casi violentas, de orgasmos salvajes que casi duelen, pero esta noche no es así: ahora mismo tengo una manos que me exploraran muy suavemente, y también mi mente consciente empieza a explorar introspectivamente un cuerpo con la máxima delicadeza. El tiempo se va a detener, o al menos va a transcurrir muy despacio. Tengo unas manos en la cintura, noto las palmas suaves y calientes, no me sujetan, se están moviendo en pequeños círculos a partir de esta posición inicial; ahora se acercan al ombligo, luego bajan prolongando lo más posible el recorrido, hasta que los meñiques entran en contacto con la zona selvática. Muchos movimientos en el vientre, con la presión en aumento, me gusta, es un placer actual que se multiplica por la consciencia de placeres futuros. Lentamente, los círculos de las manos se alargan hasta llegar a los costados y más allá, casi en la zona de los riñones. Estoy desnuda en la cama, sentada sobre los pies, con las ...
    ... rodillas bastante separadas. Súbitamente cruzo los brazos abrazándome, y aprieto. Si alguien me viera por detrás, vería unas manos femeninas en mi espalda y quizás creería que somos dos muy juntas. Muy apretadas, pechos contra pechos, cuando de hecho son pechos contra antebrarzos. Las manos han pasado bruscamente de la espalda a los pechos, allí empiezan a efectuar muy lentamente movimientos de presión, noto como los pezones empiezan a hincharse, me gusta, me gusta que sea lento, notar algo que viene de dentro y los va llenando, al mismo tiempo que su piel se vuelve mucho más sensible. Cuando alcanzan su tamaño máximo unos pulgares los frotan, imagino que son la lengua de la amiga imaginaria que vive dentro de mí, siempre dispuesta a darme su cariño. En la mesilla de noche tengo lubricante; mis dedos y las palmas se han vuelto resbalosas, me aprieto los pechos y es una sensación como la de un beso, con una boca muy abierta que succión y unos labios y una lengua que con movimiento coordinado extreman el placer. Continúo, continúo. Al cabo de un rato, empiezo a notar sensaciones en otra parte del cuerpo, mucho más abajo. Pero continúo trabajando los pechos hasta que las manos ya no son capaces de obedecer mi voluntad que las manda continuar, y vuelven a aterrizar planas sobre el vientre. Esta vez, la selva pilosa no va a ser el límite, tienen demasiadas ganas de traspasar la frontera. Una de ellas ya penetra en el triángulo negro frondoso, la otra se entretiene tirando suavemente de ...
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