1. Las consecuencias de ser infiel (Parte 1)


    Fecha: 14/10/2017, Categorías: Infidelidad No Consentido Autor: Erospopuli, Fuente: CuentoRelatos

    ... venganza realizada se sumó el hecho de los cuernos puestos a un conocido y a partir de aquello comencé a mirar a todas las novias y mujeres de mis amigos como un coto de caza ‘Muy particular’. La verdad era que era una sensación muy agradable la de la fruta prohibida el coger a la mujer de otro y arreglarle los bajos pero sinceramente después de lo de Puri no me sentí realizado. El día de mi boda y justo tres horas antes de llegar a la Iglesia, la mejor amiga de mi mujer que además tenía fama de casquivana, vino a mi casa a darme unos detalles de última hora y a repasar el tema de las horas a las que debíamos llegar y demás. Yo estaba obsesionado con la idea de poner cuernos a diestro y siniestro. Susana que así se llamaba nuestra amiga, no solo era la mejor amiga de mi novia y futura mujer sino la mujer de Aquilino, mi mejor amigo de toda la vida. La invite a tomar un chupito. Con la tontería y un par de chupitos mas ya tenía la mano entre sus piernas y a los diez minutos empecé a cogerle la mano y pasársela entre mis muslos. Al momento ya había introducido mis dedos en su falda hasta alcanzar su panty y al apartar ésta me encontré con un clítoris húmedo y suave, que acaricié alternando con entradas en su caliente y dilatada vagina, ella también me estaba tocando y mi falo se ponía cada vez más duro. Nos pusimos de pié con un beso de tornillo y la tomé de la cintura, a lo que respondió muy apasionadamente, contorneando su figura, invitándome a acariciarle sus nalgas, sus ...
    ... senos, su ponchita, todo su cuerpo. Disfruté tocándola tanto como ella siendo acariciada. La tela de su ropa pegada a la piel se sentía tibia y exquisita. Comencé a desabotonar su blusa y tomé sus grandes senos. Mis caricias la hicieron gemir de placer, pero aún no me atrevía a desnudarla, ya que no sabía si se iba a presentar mi madre. Ella bajó el cierre de mi pantalón y comenzó a acariciar mi picha, que ya se encontraba tan dura como una roca y comenzando a humedecer mis “gallumbos”. Me senté en una silla del comedor y ella se sentó sobre mí abriendo previamente sus piernas para quedar en posición, aunque sin habernos quitado la ropa. Dejé caer suavemente su espalda sobre otra silla levantando su falda y apartando su panty, comencé a lamerle su ponchita que comenzaba a segregar dulces jugos. Susana se estremecía con cada contacto de mi lengua en su clítoris. Bajé un poco mi lengua para dirigirme a su ano, que estaba afeitadito y limpiecito. Se lo lamí durante un largo rato lo que le gustó mucho según me dijo. Cuando le introduje un dedo en su ano me indicó que le dolía pero que le gustaba. Me levanté con ella guindada alrededor de mi y me dirigí al sofá, donde la desnudé, a riesgo de que al llegar mi madre que era la madrina, nos encontrara en plena faena. Ella dirigió su cara a mi pene y comenzó a mamarlo a medida que yo terminaba de quitarme la ropa. Uh... que sensación tan divina, esa boquita suave y mojada alrededor de mi instrumento, entrando y saliendo de forma que no ...
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