1. Con una escort familiar


    Fecha: 19/11/2018, Categorías: Incesto Grandes Relatos, Autor: Arandi, Fuente: CuentoRelatos

    ... y desahogarme con mi cuñadita (ex-cuñada en realidad, ya hace años que se separó de mi hermano, y la verdad qué bueno, el muy pendejo no la supo valorar). Pues bueno, le pedí que nos viéramos en el Vips habitual y confiaba en disfrutar de sus febriles carnes (que, a decir verdad, no sería la primera vez que me brindara). Durante el almuerzo se desahogó conmigo; contándome sus penas y aflicciones. Ya me había imaginado que tendría que servirle de paño de lágrimas. Y si bien yo quería que se desahogara, pero de otro modo (es decir, sexualmente, claro), tuve la atención de escucharla pues, dado la experiencia, ya sabía que eso me lo sabría bien recompensar en la cama. Me platicó de sus hijas que cada vez estaban más rebeldes. La menor no dejaba de faltar a la secundaria para irse a conciertos con su novio, y la mayor ya había abandonado de plano la idea de estudiar una licenciatura. Según su mamá, aquella creía que sólo por su belleza conseguiría el éxito en la vida. Para mí, el actuar de sus hijas era de lo más lógico, luego de haberlas dejado de chicas bajo la tutela de mi hermano, un total desobligado cuya calidad como padre dejaba mucho que desear. El muy pendejo, aún ahora, no deja de ser un niñote que se preocupa más por comprar juguetitos, disque de colección, en vez de ocuparse de sus hijas. Así que era lo más natural que salieran así. El muy hijo de nuestra madre, se la pasa todo el día tiradote viendo caricaturas, y eso que ya está cerca de los cuarenta. Pero, si ...
    ... mamá se lo consecuenta, allá ella. Hasta lo deja vivir en su casa, como cabro chico mantenido. Lo cierto es que el imbécil no ha sido más que perjuicio para sus hijas. Pero yo no podía decirle eso a Leticia. Echarle en cara que se embarazó de un completo pelmazo no le haría bien en nada. Tenía que darle ánimos y eso hice. Le dije que no se preocupara, que era cosa de la edad y que muy pronto sus hijas madurarían saliendo adelante. En fin, después del almuerzo, Lety y yo nos fuimos a coger. Fuimos a un hotel cercano (igualmente, era el habitual) y allí sí que desahogamos nuestros cuerpos. A ella, aunque se volvió a juntar con otro tipo, parece que no la satisfacen como deben y yo pues... bueno, ya tenía ganas de “culear” con mi ex-cuñadita. No bien entramos al cuarto, la agarré de sus rollizas nalgas a dos manos. Lety tiene uno de los mejores “atrapamocos” que he conocido. Aunque, hoy por hoy, el de su propia hija lo supera: (“Esas siéntalas aquí, mamacita” ¿a poco no dan ganas de pedirle eso?) De cualquier forma su mami, vistiendo su usual pants, me la sigue poniendo firmes de sólo verla. Masajearle y estrujarle esas carnes de mujer madura es un gran deleite. Se me desbordan de las palmas. Así, aún con la ropa puesta, nos besamos y acariciamos por largo rato en aquella habitación de hotel. Dado que ella es la jefa en su trabajo puede llegar a la hora que se le pegue la gana. Siempre tenemos tiempo de sobra. Poco después, Lety se dirigió a mi entrepierna y bajó el cierre de mi ...
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