1. Con una escort familiar


    Fecha: 19/11/2018, Categorías: Incesto Grandes Relatos, Autor: Arandi, Fuente: CuentoRelatos

    ... piel. Lamentablemente aquella se me desapareció muy rápido. Supongo que algún güey la sacó de trabajar, jejejé. Sería lo más natural. Aunque la primera vez con mi sobrina no se compara, tomando en cuenta el morbo implícito. Mi propia sobrina era toda una escort y en tan sólo unos momentos me la almorzaría. La chica ya me había hecho agua la boca (por supuesto sin saber que era ella) desde que vi sus fotos en la página de escorts. Claro que no enseñaba su rostro, sólo su bien delineado cuerpo: Pero ya con eso se antojaba. Además, me dejé llevar por los buenos comentarios que muchos clientes dejaban allí, donde se anunciaba. La recomendaban mucho. Según sus palabras, la chica lo entregaba todo en la cama; parecía que, además de hacer esto por dinero, lo hacía también por el gusto de coger en sí. Se veía que le encantaba fornicar. Tardé en poder concretar la cita pues ella tenía un horario muy saturado, pero, cuando lo hice por fin, le pedí que me hiciera espacio en su apretada agenda (y, por supuesto, en la apretada vagina que, según contaban, ella tenía). Cuando terminé de quitarme mis calcetines, quedando sólo en calzón, me levanté de la cama para voltear y mirar a mi sobrina; quien ya sólo vestía brassier, pantaletas y medias. La hija de mi hermano, ahí estaba. Y el muy cabrón me debía unas cuantas. Cuando menos con ella me cobraría el resentimiento. La mirada de ella no perdió su actitud amenazante (pese a que ahora se encontraba casi totalmente desnuda) como esperando que ...
    ... al verla así yo me rindiera y le pidiera que parara. Yo, sin embargo, no dije nada y me quedé esperando a que cayera la última de sus prendas. Tamara se desabrochó el sostén y se deshizo de él, tras de lo cual también se quitó las pantaletas quedando totalmente desnuda para mí. Por primera vez vi a mi sobrinita ya crecidita en cueros; y estaba de “nomamesss...” Debo decir que lo que también me animó a seguir adelante (pese a las posibles consecuencias) fue que ya tenía cierto conocimiento de sus “andadas” desde hacía tiempo, pues su mamá me había confiado algo. No era raro, según ella, que se encontrara condones usados en la habitación de su adorable retoño; prácticamente desde su entrada a la adolescencia; por lo que evidentemente ya desde entonces bien que le ponía. Y su hermana menor iba por el mismo camino; no hacía mucho la había grabado yo mismo en plena acción con un güey que... bueno, eso lo dejo para otro relato. Lo que sí puedo añadir aquí, e incluso enfatizar, es que el encanto de estas niñas les viene de herencia. Y es que Leticia, su mamá, si bien no guarda la misma complexión de cuando la conocí allá en su juventud (es decir, ahora es más bien del tipo gordibuena); sí que es bien sexosa (no por nada mi hermano se la parchó dejándola preñada antes de terminar la prepa, jejereje). Días antes de encontrarme con mi sobrina yo ya estaba ansioso, pero no tenía lo suficiente para contratar las tres horas que ya me había decidido pactar con ella, así que decidí citarme ...
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