1. Con una escort familiar


    Fecha: 19/11/2018, Categorías: Incesto Grandes Relatos, Autor: Arandi, Fuente: CuentoRelatos

    ... sorprendido de los dos? No lo sé. Afortunadamente supe sobrellevar el impacto de verla ahí parada, frente a mi habitación de hotel. En vez de asustarme y preguntarle algo como: “¡Y tú, ¿qué haces aquí?!” o cerrarle la puerta instintivamente, la invité a pasar. Lo menos que me esperaba aquel día era encontrarme con mi propia sobrina en ese hotel. Pese a lo extraño de la situación ella ingresó. Debo reconocer que siempre ha sido muy valiente y atrevida. Llevaba un vestido azul muy entallado a su fino cuerpo (el mismo de la imagen anterior). Y, dado su estatura y complexión, la hacía ver especialmente delgada y deseable. Tal prenda delineaba muy bien su escueta cintura, y sus pechos que, a pesar de no ser demasiado turgentes, se veían antojables. Además aquella prenda acentuaba sus bonitas nalgas de colegiala (de ese entonces). Su maquillaje la hacía ver un tanto mayor. No hacía mucho que había cumplido los dieciocho, como ya dije. Nos quedamos mirando fijamente el uno al otro por un momento que pareció más largo de lo que en realidad fue. Era evidente que con aquella expresión amenazante en su mirada me quería decir algo como: “Si les dices algo a mis papás, yo les cuento que fuiste tú quien me citó aquí”. Así que, sin reprocharle nada, y actuando como si de cualquier otra sexoservidora se tratara, procedí. —Tu regalo está sobre el tocador —le dije, señalándole los billetes bajo el cenicero. Ella dudó unos segundos, no sabiendo cómo responder, tal vez pensando que aquello ...
    ... podría ser una especie de prueba. Quizás creyó que sólo pretendía ver hasta donde sería capaz de llegar. Pero al final lo tomó. —Tres horas —enfaticé, en tono neutro. Se quedó un tanto pasmada, al ver que iba en serio. Asintió y comenzó a desnudarse, aunque con cierto nerviosismo. Noté, por medio del reflejo del espejo cercano, que su cara se veía desencajada. El marcado silencio se hizo aún más palpable mientras ambos nos quitábamos la ropa. Estábamos de espalda uno del otro, aunque sentados en la misma cama. En ese momento tomé consciencia de que por lo menos llevaría un año dedicándose a eso, pues desde ese tiempo la vi publicada en la página de escorts, de donde tomé sus datos. Desde que vi sus fotos me entraron ganas de contratarla, se veía bien jovencita, como a mí me gustan. Delgada y muy antojable. La verdad siempre me han gustado las chavitas, y más siendo delgadas (pues dan la sensación de que las puedes partir en dos). Desde hacía años que no me podía dar ese gusto. Hace tiempo te las podías encontrar casi en cualquier casa de citas, pero desde que prohibieron “antros” de esa índole, pues nada. En aquellos años de bonanza me pude coger a unas cuantas. La última, una chavita bien menudita aunque con unas tetas bien lindas y una piel muy tersa. Su cuerpo delicado no resistía por mucho tiempo las duras penetradas, y gritaba mucho, pero era perfecto para varias posiciones por su flexibilidad y tamaño. Cargarla no costaba nada, y soltaba unos gemidos que uy... te erizaban la ...
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