1. Mi primo: mi amante, mi cómplice, mi secreto... mi semental.


    Fecha: 15/10/2017, Categorías: Incesto Autor: Anónimo, Fuente: SexoSinTabues

    Mi primo es un poco menor que yo, solo cuatro años. Llevamos años haciendo el amor. Todo empezó por una inocencia de niños y ahora... somos los amantes en secreto más afortunados en el mundo. ¡Los dos somos del sexo masculino! Cuando yo tenía 7 años y mi primo Cristian ya 4, estábamos viendo la TV. Ya era tarde, nos habíamos quedado solos. Mis papás papás no estaban y él vivía con mi abuelita quien tampoco estaba. De pronto, sin darnos cuenta le cambiamos a un canal donde estaban dando una película erótica: una pareja se besaba apasionadamente, mientras la mujer decía "cógeme". Yo estaba buscando el remoto, para cambiarle, cuando de repente mi primo me agarró la cabeza y me plantó un beso. Yo no le dije nada (me había gustado), pero tampoco se volvió a repetir. en los días siguientes. Meses después, yo estaba aburrido y decidí ir a casa de mi abuelita a jugar con mi primo. Cuando llegué había otros dos niños allí y decidimos jugar a las escondidas. No sé si por deseo o por destino, le dije a mi primo que nos escondiéramos juntos. Él aceptó. Fuimos tan buena pareja que no nos podían hallar. Yo decidí asomarme por un hueco para ver si alguien merodeaba por allí. Cuando de pronto, comencé a sentir unas manos en mis nalgas. Me acariciaban muy rico. E intentaban meterse dentro de mi ropa. Yo no me opuse, sentía tan rico y quería que llegara lo más que pudiera. Nos acariciamos y nos besamos tan rico que no lo olvidé en meses. Y así eran nuestros encuentros. Solo besos y faje. ...
    ... Pero, pasaron los años. Él tenía 8 y yo 12. Y un día en que mis papás tuvieron una salida, yo lo llamé con el pretexto de jugar. Él vino y yo lo recibí con un abrazo. Él lo aceptó, pero vi en su cara cierta incomodidad. Tenía miedo proponerle lo que había pensado y creo que él lo notó, porque inmediatamente me sonrió y me dio una nalgada. ¿Para qué me quieres, primo?, me dijo. Vamos a jugar a algo. le dije yo. Mira, bájate los pantalo0nes. Él lo hizo. Cierra los ojos. Lohizo. Vi que su verga no era de un tamaño considerable, pero de igual manera se me antojó. Comencé a chupársela lentamente y vi cómo lo disfrutaba. Me garraba la cabeza y me la empujaba a modo de tragarme su verga. Después me dijo que me quería hacer lo mismo. Yo acepté y entonces me di cuenta de algo: me encantaba tener el papel de mujer: porque había disfrutado más mamársela a él, que él me la mamara a mí. Se escuchó el ruido de la puerta de la cochera y rápidamente nos salimos de nuestro mundo y tratamos de actuar como si nada. Y, nuevamenter, así fueron años. Después de algún tiempo, él ya no era como antes. Tenía yo que intentar atraerlo a mi casa (puesto que mis papás me dejaban solo muy a menudo). Pero difícilmente aceptaba. Después de un tiempo, él entró en la secundaria y volvió a acudir a mí: quería que lo asesorara con trabajos escolares. Yo acepté con gusto, porque en verdad lo quiero y porque no perdía esperanzas de volver a hacer lo nuestro. Y así fue: mientras hacíamos una de sus tareas en la ...
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