1. Confesión de un infiel


    Fecha: 18/10/2017, Categorías: Infidelidad Hetero Autor: AMorboso, Fuente: CuentoRelatos

    ... algunos golpes al ser una habitación todavía desconocida, nos abrazamos y le di nuestro primer beso, al que ella respondió tímidamente, retirándose enseguida. Aproveché para besar su cuello y el lóbulo de la oreja, permitiéndomelo al principio, pero luego me apartaba la cara. Una de las cosas sobre las que más me había insistido Marga, era en que había que acariciar mucho y con mucho amor a la mujer, sobre todo en la primera vez, y me puse a ello. Cuanto más intentaba besarla y acceder a sus zonas erógenas, más me rechazaba. No hubo manera de meterle mano a las tetas por arriba. Cuando me cansé del rechazo, bajé la mano para acariciar sus piernas, subir su camisón y llegar a sus tetas por debajo. Tampoco fue posible. No había forma de tocarla. Todo su interés estaba en abrirse de piernas, que me colocase entre ellas y la follase. Era lo que su madre le había dicho- Al fin, cabreado, me levanté y me fui a tumbar al sofá del salón, donde me puse a hacerme una paja. No tardó ni cinco minutos en aparecer por allí. -¿Pero qué haces desnudo y tocándote eso. Guarro? Ponte un pijama rápidamente. -No. Yo voy desnudo cuando quiero y sobre todo, en mi casa. –Le contesté cabreado. -¿Por qué que has marchado de mi lado? ¿Acaso no te gusto? ¿No soy lo que esperabas? -Bueno, la verdad… sí. No ha sido lo que esperaba. Te quiero y quiero hacerte feliz. Quiero que disfrutes con nuestras relaciones, pero has hecho imposible cualquier intento mío de acercamiento. No me dejas besarte ni ...
    ... colaboras con los besos. No puedo acariciarte. Solamente quieres que te folle sin estar excitada siquiera. ¿No te das cuenta de que va a ser doloroso para ti? -El sexo es solamente para procrear. No para el placer. El sufrimiento debemos ofrecerlo a Dios… Me echó un largo sermón de más de 15 minutos, sobre la vida matrimonial, lo que se esperaba de nosotros, etc., etc., Siempre intercalando “mi confesor dice…” Tuve que cortarle. -Mira, Casta, en nuestra cama pueden caber muchas cosas. Podemos hacer lo que queramos y meter a quien queramos, pero desde luego, puedo asegurarte que el que no cabe es tu confesor… Le estuve diciendo que si no quería disfrutar, que no lo hiciese, pero que yo necesitaba acariciarla, besarla y tocar su cuerpo, e intenté convencerla de que sentir excitación no era placer, y gracias a mi labia de vendedor, conseguí que dudase. Al final, acepto mis palabras, aunque sin mucho convencimiento, hasta poder hablarlo con su confesor. Me cabreé con tanta monserga y le dije: -Está bien, vamos a empezar como tú quieres, y, cuando te convenzas, lo haremos a mi manera. Así que, a pesar de todo, me fui al baño y tomé un frasco de crema. No sé de qué tipo. La tomé del brazo y la llevé a la cama, donde la arrojé. Separé sus piernas, levanté su camisón de tela recia, de algodón, unté mi polla con la crema y un poco su coño, porque no me dejó tocárselo y se la clavé de golpe. No pudo evitarlo: -AAAAAYYYYY No fue un grito. Fue un alarido. Sin lubricar, con el cuerpo en tensión y ...
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