1. Historia del chip (042): Terapia (Kim 017)


    Fecha: 04/01/2019, Categorías: Grandes Relatos, Dominación Autor: chopin, Fuente: CuentoRelatos

    ... reglas (incluyendo pensamientos difusos o inconcretos) se pondrá en corchetes. —¿Es porque son mis hijos o por su edad? — inquirió con clara sorna Mariona. —[Ofrecer así como así las tetas a un adolescente] Por las dos cosas— respondió Kim. —Deja que aparque por aquí. A ver si encontramos un lugar agradable. Entraron en lo que resultó ser un bar de lesbianas. Solo había mujeres en top-less en la barra, salvo un par de camareros descamisados y con unos paquetes descomunales entre las piernas, apenas disimulados por unos pantalones demasiado ajustados Pidieron cerveza y unas tapas. Kim estaba tan sosegada que se sentó con toda tranquilidad descubriendo su pecho y su culo. El asiento le resultaba algo picajoso, seguro que era de plástico cubierto de algún otro tejido artificial. Se sentó ladeada, lo que mostraba todo su pierna derecha a Mariona y cuando se inclinaba los pechos se descubrían. —!Fantástico!—dijo Mariona ante su postura. Kim cayó en la cuenta del verdadero problema que había tenido con su terapeuta. No es lo mismo escuchar lo que te narran, que vivirlo de cerca. Ahora era parte de su universo, una parte activa. Antes, su labor era escucharla. Había decidido incorporarse a su universo. Y había resultado un choque de trenes devastador. Debía ser difícil, supuso, tenerla desnuda y con las pinzas día tras día, escuchando todo lo que le hacían —o no le hacían— otras personas. Si se había enamorado, hubiera bastado con seducirla un poco. [¿Por qué unas fantasías tan ...
    ... forzadas en su casa y ante sus hijos?]. Empezaba a quedarse adormilada. Se levantó y se sentó junto a Mariona, para permitirle tener acceso a su cuerpo. Entonces escuchó como le preguntaba: —¿Acaso llevas la pinza puesta?— Kim despertó de golpe. Se le había vuelto a olvidar. Roger ya no estaría demasiado orgulloso de ella. Agachó la cabeza y se inclinó un poco, lo que descubrió los pechos, pero no se percató encerrada en sus pensamientos. —¿Quieres que hablemos de ello?— volvió a preguntar Mariona. —Ha sido un error imperdonable. [Estoy cansada]. Debes estar muy decepcionada— dijo Kim sonándole la voz hueca. Su expresión era desoladora. —Te juzgas con demasiada dureza. Ahora bien, no parece que te preocupes por tu acompañante o ya hace rato que estaría colocada tu pinza. Era tu deber estar accesible y únicamente te has preocupado de como se ajustaba el vestido—le recriminó Mariona, aunque Kim notó que hablaba de manera irónica y su expresión era de ternura. Comprobó su vestimenta y ahora sí supo que estaba mostrando los pechos de nuevo, tanto a Mariona como a todo el que mirase hacia ellas. Todo su lateral izquierdo estaba desnudo, desde la punta del pie hasta la cabeza. —¿Qué puedo hacer? —preguntó, girándose para poder ver a Mariona con más comodidad. Ni se planteó como quedaba la tela. Tampoco se dio cuenta de qué había hecho una pregunta. —Bueno, una pregunta sólo agrava el problema. No te preocupes por mí. He disfrutado enormemente de la noche, salvo esos instantes en el ...
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