1. Historia del chip (042): Terapia (Kim 017)


    Fecha: 04/01/2019, Categorías: Grandes Relatos, Dominación Autor: chopin, Fuente: CuentoRelatos

    ... (y la humedad entre sus piernas) cuando Angelina se los entregó. Lo puso todo en el diminuto bolso que ni siquiera tenía cierre. Si no tenía cuidado, se desparramaría el contenido. Antes de salir, Mariona sugirió que cogiera la documentación. Kim usó su instinto. La tardanza hubiera sido una falta y se agachó como dentro de la casa. Piernas juntas y rectas, elevando el culo. Dejó el bolso negro en el suelo, levantó la tapa de la caja trasparente, fijándose ahora que estaba enclavada al suelo: ¡Habían hecho obra! Otra vez supo que todo había sido previsto de antemano. Las dos telas cumplieron con su cometido y enseñaron culo y tetas. Los pezones sí notaron como quedaban descubiertos, pero senos y nalgas no sintieron nada. El vestido era maravilloso... para las circunstancias adecuadas. Bajó la tapa y pulsó dos veces la pestaña. Dio un último vistazo. Mañana tendría que volver al trabajo con esa vestimenta. Todo el mundo sabría que no había dormido en casa. Le divirtió el pensamiento hasta que comprendió que Lin también lo sabría. Quizás tampoco recibiría mañana caricias en los pezones. Dadas las circunstancias estaban bastante modositos. O no había tenido tiempo de centrarse en ellos. Por suerte, o por hábito, cayó en la cuenta de levantar la tela posterior antes de sentarse. Ni se preocupó por el resto, era imposible no mostrarlo todo. Adoraba los asientos de cuero y odiaba los de plástico. —Te mancharé el asiento de cuero. Lo siento— se disculpó Kim. No podía evitar su ...
    ... humedad. —Lo considero un honor— respondió Mariona, sin facilitar las cosas. Kim iba a decir ¿puedo ir al grano?, rectificó a tiempo. —Voy a ir al grano— masculló. Mariona asintió, dando su aprobación. —Quiero saber algo más de ti, de tus hijos, de tu vida. Sonó a exigencia. Y lo lamentó. —Todo llegará. Ya te lo dije antes. Puedes relajarte. —No, no puedo relajarme. —Pareces idiota. Nos llevábamos mejor cuando llevabas tus pinzas. Nada de discusiones, nada de peleas. —Sí, es cierto. Estamos enamoradas— replicó Kim, ahora siempre recitaba su preguntaba con la respuesta más probable que se le ocurría, si tenía visos de ser cierta. —No, yo estoy enamorada. Y recuerda que no puedo tener orgasmos, por el maldito chip. También quiero lo mejor para mis hijos— admitió sin dejar de conducir con suavidad. Kim, como siempre, dijo lo que sentía. Cuando volvía a ese estado mental de quietud, confiaba plenamente en Mariona. O en cualquier otro de sus amantes. —No puedo ni imaginarme como me ven. Deben de creer que estoy enferma o loca. La voz de Kim parecía mostrar amargura. —Deja que yo decida eso. Te dije que habría grandes retos. —No sé si los he superado o seré capaz de superarlo, Mariona. Lo siento mucho. Ahora la aflicción surgía espontánea. —Eso también he de decidirlo yo. Está bien. Hablemos de mis hijos— así Mariona zanjó la cuestión. — [¿Por qué ...]— Kim se interrumpió por su confusión. Nota del editor: a partir de ahora todas las preguntas o requerimientos de Kim que incumplan las ...
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