1. Extasis y luego un balde de agua fria


    Fecha: 20/10/2017, Categorías: Infidelidad Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    Pasión y luego un balde de agua fría 12-05-2003 Mi nombre es Gerardo. Soy profesor universitario. Tengo 32 años, casado y un niño. He trabajado en esa institución por mas de diez años. Soy un tipo de contextura mediana. 1,70 de estatura, piel canela y según dicen las chicas unas pestañas encantadoras. La historia que compartiré con Uds. se remonta exactamente al inicio del año de 1998. He sido profesor de Inglés por varios años y en mi clase habían varias chicas a las cuales no les era indiferente. Bueno como casi siempre sucede, no faltó la niña a quien le gustaba rpovocarme y llamar mi atención. A mi tampoco me era indiferente, y ella frecuentemente se insinuaba coqueta y provocativa. Esta chica, a quien llamaré Soledad, tenía los ojos más lindos y expresivos que haya visto en mi vida. Era un poquitín más alta que yo, como de 1,73 y un cuerpo muy bien formado. Cabello castaño obscuro, piel blanca y una sonrisa que invitaba al pecado. Sus caderas se insinuaban muy provocativas por encima de sus jeans, pero lo que más me cautivaba era su forma de ser, especialmente cuando se encontraba frente a mi. Resultaba difícil no llamar mi atención. Transcurrió aquel semestre con toda normalidad, claro siempre enviando y recibiendo mensajes muy provocativos a través de esas miradas muy tentadoras, y resultó que esta chica había estado comprometida en matrimonio y se casó. El siguiente semestre no continuó sus estudios, pero retornó al siguiente. Mi sorpresa fue mayúscula al verla ...
    ... embarazada. Ella se percató de mi asombro y solo saludábamos como dos conocidos. Me sonreía como siempre yo a cambio le devolvía miradas de dulzura y afecto. A pesar de estar embarazada se veía la mujer más atractiva de su grupo. No había perdido ese encanto y esa forma tan dulce de decir mi nombre. Esta vez me había prometido a mi mismo que si alguna vez engaño a mi esposa sería con una mujer como ella. Pasó el tiempo, dos años y seis meses, y resultó que coincidimos nuevamente en una clase. Durante todo este tiempo habíamos saludado pocas veces ya que según me enteré luego había tomado materias sueltas, por tal razón no frecuentaba con regularidad la universidad. En el semestre que inició a mitad del 2001 la vi en todo su esplendor. Esta vez se mostraba muy juvenil con sus 24 años y desbordaba sensualidad, a pesar de haber sido madre hace apenas dos años. Era de ese tipo de mujer que atrae las miradas de los hombres y te estremece con solo su presencia. Estaba muy bien. Pero en su mirada noté una sombra de tristeza. Cada vez que cruzábamos la mirada notaba esa tristeza escondida muy adentro. Mis clases han sido siempre del tipo cero aburrimiento, mucho movimiento y sobre todo divertidas. Soy el tipo de maestro que le gusta invertir tiempo en la preparación de sus clases es por eso que las hago muy divertidas. Esto por cierto provocó que Soledad se sintiera muy a gusto en mi clase y era de las alumnas que casi nuca faltaba a su clase de inglés. Una noche me encontraba solo en mi ...
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