1. Mi vecino y amante de cabecera


    Fecha: 05/02/2019, Categorías: Confesiones Voyerismo Autor: Zaratustra, Fuente: CuentoRelatos

    ... para vaciarme toda su leche por entre las nalgas y piernas. Nos tiramos en el suelo exhaustos y me imagino la escena del momento: dos serpientes sexuales tiradas en el suelo recuperándose del enredo coital al que acaban de someterse. Me arreglo como puedo, mi pobre mini está toda arrugada, mis piernas y nalgas escurren esperma y con el espejo me doy cuenta de que tengo cara de que me acaban de dar la cogida de mi vida. Siento terror y vergüenza de regresar así a casa. Es posible que mis padres me estén esperando y si me esperan con las luces aún prendidas y me ven así, se darán cuenta de lo obvio; que su hija modelo se acaba de envilecer como puta. Afortunadamente regreso a casa y todo apagado. Me desnudo, escondo mi mini, esa la tengo que lavar yo misma mañana, seguramente está toda manchada de semen. Me quedo dormida al instante. Es el día de la independencia de México y voy con la familia de Álvaro y Álvaro a las celebraciones de lo que llamamos Grito. La muchedumbre es impresionante, no se puede ni caminar del gentío que hay. Álvaro se para tras de mi y coloca ambas manos en mis hombros. Me siento protegida. Pronto me percato que sus intenciones no son darme protección. Levanta mi camisa y siento la dureza de su verga apachurrada contra mi espalda. Sus padres y hermanos a unos pocos metros de nosotros nos ven sin imaginar que el hijo está abusando de mi. - Me encanta que abuse de mi este hijo de puta - es lo que me digo mentalmente. Baja una mano, se toma el miembro y ...
    ... unta el glande paseándolo a lo ancho de mi espalda. Yo me dejó hacer, entre la muchedumbre es imposible que alguien sepa lo que me están haciendo. Nos empezamos a excitar cada vez más, me susurra al oído que vayamos al coche. Le digo que si. Álvaro le dice a sus papás que nos regresamos, que es imposible siquiera andar. Los padres asienten dándonos la razón. Nos cuesta media hora regresar al coche. Lo dejamos estacionado en un callejón angosto y muy oscuro, de todos modos hay gente por doquier, unos que se dirigen Hacia la celebración, otros que regresan como nosotros. Nos subimos al coche y nos lanzamos a besarnos con ganas de sexo. La oscuridad es grande e invita al sexo. El gentío pasa a ambos lados del coche pero la penumbra de la noche y del gran árbol que provoca mayor oscuridad impide ver caras u ojos. Todos con prisa. Me levanta hasta la cintura la falda de mezclilla a medio muslo que traigo puesta (siempre que salgo con Álvaro uso falda, simplifica mucho las cosas) y empieza a meterme el dedo por mi concha ya lubricada. Volteo y no siento ninguna posibilidad de riesgo. - Cógeme, le digo. Me desliza la panti hasta los tobillos, reclinado el asiento a la posición más horizontal y me la deja ir hasta el fondo. Lo enredo entre mis piernas forzando una penetración lo más profunda posible. Comienza a decirme leperadas y eso me pone más cachonda todavía. - Eres una putita Graciela, una zorrita. Di que te gusta mi verga, di, insiste. Y yo le contesto que sí, que me encanta su ...