1. Quieres problemas?


    Fecha: 06/02/2019, Categorías: Infidelidad Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... inconcluso, inocente, frágil, todavía sin virtudes, todavía sin alas, hermoso. La yerba estaba comenzando a hacerme sentir el don de ver la belleza, de tal forma que comencé a mirarla como nunca había visto antes a una mujer, su piel me parecía brillante, como si fuese un retazo de sol, y cada poro me parecía tan vital que casi escuchaba el quieto silbido que hacen al respirar, su olor me embriagaba por completo a la vez que sentía un calor intenso en todo mi cuerpo. Sentía que cada brizna de aire golpeaba cada uno de mis vellos, como si estos fuesen palmeras que danzan a la orilla de una playa a punto de huracanarse, mientras que mi sangre se volvía una compleja red de ríos que avanzaban en una ebullición incesante, bañando mi cuerpo completamente. Tocarla fue una sensación eléctrica, sus pechos eran un par de volcanes que se hacían a la forma de mis dedos, resistiendo con su fuerza propia la fuerza de mis dedos. Su cintura, sus nalgas, sus piernas, sus pies, sus manos, su cuello, sus orejas, todo había que besarlo. Ella me recostó en la cama, dejando que mi verga se izara como el asta de una bandera ausente, y sacó su lengua, boludita, no de punta, y comenzó a tocar con ella mi glande. Yo sentía como si sobre la cabeza de mi pene se paseara un caracol del infierno, o cuando menos un trozo de lava consciente. Con su boca comenzó a mamarme, primero bastante mal, parecía como si sometiera mi verga a un sacapuntas, pero pareciera que de pronto el lápiz comenzara a encontrarle ...
    ... el gusto al sacapuntas. Me mordía, me chupaba, me lamía, y cada una de estas acciones las disfrutaba tanto. Su mano me apretaba los testículos en un pellizco que me excitaba mucho. Me alzó y me puso en cuatro patas, metió su cara bajo mis piernas y siguió mamando. De mi pene se fue a mis testículos, y de ahí al tramo de carne que tengo entre el ano y los testículos, mordiéndome, y mientras más me mordía más se me paraba el falo, el que bailaba como la espada cantarina de cierta caricatura que vi. Ella se puso de rodillas y la falta de contacto de su boca con mi cuerpo me sugería que estaba mirando el mapa de mi culo, memorizando mi huella anal, luego sentí una mordida en pleno culo, el paso de una lengua caliente que hacía su tarea de dilatar mi esfínter. Tal caricia era para mí no sólo desconocida, sino que en otras condiciones probablemente y hasta me cuidaría de que no me la practicaran. Pero la verdad es que sentía maravilloso el recorrer de esa lengua por entre las arrugas de mi ano. Ella notó que cuando metía su lengua entre el aro de mi culo contraía las nalgas, mientras que cuando lo recorría por fuera me agachaba más, abriendo mis carnes, lo que le dio pista de algo que es cierto, la penetración no me llamaba la atención, más no así la lamida de culo y la mordida en las nalgas. Mientras me chupaba el culo, una de sus manos me pajeaba con furia, tanto que casi reviento en su mano. Me paré y quise corresponderle la mamada, poniéndola a su vez en cuatro patas. El olor de ...