1. Quieres problemas?


    Fecha: 06/02/2019, Categorías: Infidelidad Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... su sexo era dulce, y su sabor también. Mamé vorazmente durante largo rato su sexo, y a diferencia del sexo oral que le practicaba a Brenda, en el cual me quedaba claro que lo hacía para que ella sintiera rico aunque para mí fuera más bien algo así como un sacrificio venial; tratándose de Pandora, lo disfrutaba por mí mismo, sintiendo su coño como una boca alienígena muy atrayente que correspondía mi beso con un sin fin de manifestaciones. Luego quise sentir lo que ella en la boca cuando empecé a mamar su ano, lenta y cadenciosamente primero, más fuerte y profundo después. A cada mamada de ano le acompañaba un gemido de placer que ella emitía con su divina voz. Tenerla ahí, empinada, con sus manos abriéndose las nalgas, me puso muy caliente. Me paré y comencé a penetrarla a lo perro, y ella se separó violentamente de mí, aterrada. Yo la seguí, la tendí boca arriba con las piernas abiertas, pero ella seguía con su cara de venado en cacería. Jugué con su sexo y la punta de mi pene, y ella parecía disfrutar, pero al penetrar ponía cara de pánico. Me incliné un poco para besarla y cuando nos besábamos en un beso muy profundo la atravesé de nuevo, metiéndosela completamente. Ella no era virgen, e incluso su sexo estaba tan hinchado o tan acostumbrado a un pene inmenso que me era difícil suponer el por qué de su terror. Lo cierto es que la penetré hasta el fondo y la sujeté de la parte exterior de la pierna y nalgas, a fin de no dejarla escapar. Pataleaba como una araña, ...
    ... mientras que yo clavaba mi aguijón en forma letal. Era como si su cuerpo estuviera abierto a la penetración pero su alma se resistiera a entregarse por completo. La penetré más suavemente, mirándole a los ojos, notando el color que tenían, sus pestañas, su humedad, y durante ese instante algo cedió, pues su alma dejó de resistirse y se compenetró también. No me cabía la duda de que ahora sí estábamos en una fusión total. Pese a que la suite sugería muchas cosas, nosotros nos quedamos en la posición básica, pues no era necesario mucho circo para gozar como lo estábamos haciendo. De rato nos sorprendimos mirando al espejo para ver cómo lucíamos. Su coño formaba alrededor de mi palo un ovillo perfecto, como si fuese una gota de cayera del cuerpo de un Dios líquido, mientras que mi palo se marcaba con una silueta interna que dejaba ver que dentro de la piel pasaba una actividad celular enorme. Mientras la poseía afanosamente, ella me dio una bofetada fortísima. Le sujeté la mano incrédulo. Ella me sujetó con las piernas para que no saliera de su cuerpo. "Pégame tú a mí", me dijo, y yo que nunca había tenido esas aficiones me mostré renuente. Ella me dio otro golpe. Por fin le pegué. Ella hizo una mueca de gusto. Le pegaba en las nalgas porque sentía que era el sitio dónde menor daño haría. Pero de rato le daba golpecitos en las tetas, en el culo, la sujetaba del cuello, del cabello. Seguía sobreexcitado. De rato era ya violencia pura, hasta que la violencia máxima se manifestó en una ...