1. Vacaciones en diciembre


    Fecha: 12/02/2019, Categorías: Incesto Autor: LeumasPrimate, Fuente: SexoSinTabues

    ... atrás? ¿Ella le hará sexo oral a Daniel? ¿Lo tiene grande? Voy a la habitación de mis hijos, siempre en silencio, dejo allá mi maleta, me desnudo, estoy en bóxer y calcetines para no hacer ruido al caminar, y regreso a la puerta de mi cuarto… Mi verga sale de mi bóxer. Me estoy masturbando. Escucho jadeos, veo el movimiento con el reflejo de la pantalla de la televisión. No hay más sábanas en la cama, acompañan a las almohadas en el piso. ¡Oh delicia! Daniel está desnudo, sentado de espaldas a la puerta del dormitorio, cual jinete experimentado, ¡Cabalgando en la verga dura de otro hombre! No puedo creerlo. Daniel es gay, y yo nunca lo supe. De hecho, me molesta eso, el no haberlo sabido, sino él estuviese sentado en mi verga, ¡No en la de otro hombre! Por el ángulo de la puerta, no pueden verme, pero yo sí. Claramente. Me atrevo y empujo suavemente la puerta. Estoy muy excitado. Mi bóxer ya no me importa. Ni mis calcetines. He dejado tirados mis interiores y estoy completamente desnudo. Mi verga alcanza los 20 centímetros y mis testículos casi revientan de pura testosterona. Ya no me importa si me ven o no. Quiero participar. Quiero formar parte de aquel arrebato de lujuria que envuelve aquel par de machos, revolcándose de placer en mi cama. Los movimientos de Daniel sobre aquel macho salvaje, esas embestidas que hacen las penetraciones cada vez más profundas, me vuelven loco. Veo como Daniel busca la manera de ser cada vez más horadado por aquella verga erguida, y ...
    ... escucho los pujidos del hombre acostado boca arriba, que con sus manos agarra las caderas de Daniel, como para que no se le escape en cada empujón de su pelvis contra las túrgidas nalgas de Daniel. Ambos están disfrutando. Ambos transpiran, se mueven, a veces con ritmo único, a veces con descontrol. Descontrol como el de mi respiración, mi excitación, que me desinhibe, me empuja a la cama, mi cama, y mis manos comienzan el recorrido hacia aquellos cuerpos que se entregan con delirio, con pasión, con desenfreno y lujuria, sin enterarse de lo que ocurre en su entorno. ¡Oh sorpresa! Quien está acostado debajo de Daniel es Jorge. Su padre. Sí, su padre, el esposo de mi cuñada. Jorge, el cuñado de mi esposa. Jorge, ese macho tractorista de unos 45 años, padre de Daniel, a quien siempre he visualizado como el padre perfecto, por esa relación estupenda que tiene con su hijo a los ojos de todo el mundo, me está demostrando porque es el padre perfecto. No solamente es el mejor ejemplo para su hijo, sino que para que no se sienta solo esas dos semanas, ha venido a hacerle compañía un rato, a darle un poco de amor. ¡Y qué tipo de amor paternal! Son un sueño. Un hombre maduro, cogiendo sin piedad a su hijo, enseñándole la mejor clase de educación sexual que un padre puede dar a su hijo. Me he quedado sin habla. La situación no me incomoda en lo absoluto, al contrario, me pone en un estado casi hipnótico, increíble, no puedo asimilar la suerte que tengo de llegar justo en el momento en el que ...