1. Mi hermana y yo violadas por mi culpa


    Fecha: 19/02/2019, Categorías: No Consentido Sexo con Maduras Autor: Lucia0117, Fuente: CuentoRelatos

    ... dura y fría clavarse en mi hermana y con voz gruesa le dijo: “¿A dónde vas?, regresa”. Sandra retrocedió alzando las manos y entonces pude ver la pistola que traía el tipo en una mano. Me pareció muy grande y me quedé paralizada sin saber que hacer o que decir. De golpe me di cuenta de lo estúpida que fui al ser tan confiada. En la otra mano él cargaba aun su portafolio. El individuo entró en la recámara y sin dejar de vernos y apuntar con su arma cerró la puerta y trabó el pasador. - ¿Qué quiere?, ¡no tenemos dinero! Dijo Sandra, saliendo de la sorpresa inicial. - No quiero dinero, te quiero a ti, le dijo él sombríamente. Sentí que un sudor frío corría por mi espalda y quedé paralizada. - ¡Lárguese o llamaré a la policía! dijo Sandra tomando el teléfono que yo tenía en una mano. - Inténtalo, dijo el tipo con una sonrisa burlona en el rostro. Sandra apretó la tecla “talk” en el teléfono y se lo colocó al oído. Por su cara me di cuenta lo que pasaba: No había línea. - ¿Qué pasa, no sirve tu teléfono?, qué lástima, alguien debe haberlo desconectado. Dijo el tipo burlonamente Sandra y yo nos miramos un segundo sin saber qué hacer. - Muy bien par de putitas, ya me cansé de jugar. Van a hacer lo que les ordene o aquí se mueren las dos, ¿entienden? Dijo después. - Está loco, ni crea que vamos a obedecer; primero muertas, contestó Sandra. - Entonces el tipo apuntó a su arma hacia mí y le dijo a Sandra: “De acuerdo, si eso quieres, la verás a ella morir primero”. Él cortó cartucho y ...
    ... yo grité asustada, cerré los ojos y me cubrí la cara. - ¡No, no, está bien, haremos lo que quiera, pero no nos haga daño por favor! Reculó Sandra al ver que sus amenazas eran en serio. - Así me gusta, que me obedezcan las putas como tú. Vamos a empezar, a ver tú trae esa silla para acá, me dijo, señalándome una silla que estaba cerca de mi cama. Miré a Sandra asustada, sin saber que hacer; ella me miró preocupada y movió la cabeza afirmativamente, como indicándome que obedeciera al tipo ese. Coloqué la silla donde él me indicó, al lado de la cama de Sandra, como a dos pasos de la misma y me ordenó sentarme. Obedecí y entonces él arrojó su portafolio a la cama de Sandra y apuntándole con la pistola le ordenó: “Saca la cinta que traigo ahí y amarra a tu hermana; no hagas ninguna pendejada ni ningún truco, porque voy a revisar y donde no lo hagas bien tu hermanita se muere”. Sandra obedeció de mala gana y abrió el portafolio, vi que el tipo traía cuerdas, cinta de embalaje, pinzas y otras cosas que no alcancé a distinguir. Sandra fue hacia donde yo estaba; el tipo me dijo que pusiera los brazos atrás de la silla; lo hice y entonces Sandra me colocó la cinta impidiéndome mover las manos; me dijo en voz muy baja: “no te preocupes, todo va a estar bien”. Yo no dije nada, pues sabía que no era así. Ambas temblábamos de miedo. Mientras mi hermana me amarraba, el tipo sacó de la bolsa interna de su saco una foto y nos la mostró diciendo: “tiene que quedar así, fíjate bien”. En la foto ...
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