1. La psicóloga de mi mujer


    Fecha: 19/02/2019, Categorías: Hetero Anal Autor: Rape2, Fuente: CuentoRelatos

    Ana, mi mujer, me ha dejado encima de la mesa una libreta de teléfonos abierta por la letra S. En letras grandes y en rojo, destacándose del resto de nombres y números puede leerse Silvia. Silvia es su psicóloga, lo es desde que poco después de nacer Toni, nuestro primer hijo, ella cogiera una pequeña depresión. Al principio yo no creía demasiado en eso. Pensaba que la psicóloga no iba a solucionar nada y que tan sólo íbamos a estar pagando dinero a cambio de nada. Pero he de reconocer que mi mujer mejoró mucho en poco tiempo y que tras un par de meses volvía a ser la jovial y divertida Ana que me enamoró hace ya 12 años El caso es que desde hace unos meses mi mujer y yo no hacemos el amor. Mi pequeño soldadito, que hasta hace unos meses se había comportado como una auténtica arma de destrucción masiva hoy en día no era más que un pequeño revolver, recuerdo de épocas anteriores. Yo lo achacaba al estrés puesto que la empresa últimamente no nos daba más que disgustos y en vista de eso decidí tomarme unas pequeñas vacaciones. Me llevé a mi mujer y a mi hijo una semana a la nieve. Yo pensaba que una vez que volviera la tranquilidad y el sosiego aquello volvería a funcionar. Pero no fue así. Las vacaciones acabaron igual que habían empezado, haciendo trabajitos con la lengua a mi mujer para que al menos ella tuviera su ración de sexo. Lo mío era bastante más complicado. Mi rabo, en otros tiempos orgulloso y espléndido no era más que un colgajo de pellejos que no conseguían ...
    ... ponerse en pie por más piruetas que Ana intentara, y juro que intentó bastantes. Ella me decía al principio que no me preocupara, que no le diera importancia, que eso les pasaba de vez en cuando a todos los hombres pero a medida que iba pasando el tiempo y veía que la cosa no se solucionaba comenzó a preocuparse también. Lo intenté todo, revistas, películas, shows en directo, incluso probé con las pastillas pero las mini erecciones que conseguía eran incompletas e insatisfactorias. A veces conseguía penetrar a mi mujer pero eso duraba poco y tenía que acabar la faena haciéndole un dedo y con una molesta herida en mi ego machista. Ana no me decía nada, para no agobiarme aún más, pero yo era consciente de que para ella tampoco debía estar siendo fácil. Desde que la conozco Ana siempre ha sido muy solícita en lo que al sexo se refiere y no es por presumir pero conmigo siempre había estado bien servida. Ahora en cambio no era así ¿pero qué narices podía hacer yo? Creo que en una de las periódicas visitas que Ana hacía con su psicóloga ella le comentó algo de lo que me estaba pasando. Luego, ya en casa, me sugirió que quizás mi problema era mental y que quizás Silvia me podía ayudar como en el pasado la había ayudado a ella. Como he dicho anteriormente yo no creía demasiado en eso pero quería que mi mujer estuviese contenta y que viera que por mi parte estaba dispuesto a cualquier cosa. He marcado el teléfono y la he llamado para concertar una cita. Voy esta tarde. Silvia es una mujer ...
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