1. Arrepentidos los quiere Dios


    Fecha: 19/02/2019, Categorías: Confesiones Autor: febarsal, Fuente: RelatosEróticos

    ... para los hombres mayores de edad. Creo haber resumido en pocas palabras el tipo de sociedad que imperaba en mi País en aquellos años. O sea: una sociedad machista, donde el hombre era la fuerza, y la mujer su reposo en caso de la esposa, y su entretenimiento en caso de la querida o puta, que venía a ser lo mismo. La diferencia entre puta y querida, estribaba generalmente en la edad y en el físico. Las muy jóvenes y agraciadas, aspiraban a tener ese amante millonario pero cateto, que les mantenían hasta que se cansaban de ellas; pero el final de casi todas era el mismo:El burdel. Año 1958 Vivía en un pueblecito muy pequeño llamado Los Alcores; y en esa hora tonta que dicen tenemos las mujeres, un viajante de alpargatas muy guapo él, me hizo una tripa cuando tenía diecisiete años. Mi padre y mis dos hermanos me echaron de casa por considerar que era la deshonra de la familia. Mi pobre madre nada pudo hacer, salvo llorar y rezar todos los días. Y fui estigmatizada por el alcalde, como una maldición para el pueblo. Con mi barriga, una falda, un jersey, un sujetador y dos bragas, y sin apenas recursos económicos, abandoné el pueblo y me vine a la capital a buscarme la vida; pero lo que encontré fue mucha hambre y piojos. Gracias a don Celestino, el párroco del pueblo, me aceptaron en una casa de beneficencia para chicas descarriadas. A las dieciséis semanas de embarazo, aborté de una forma natural, ya que si quería tener a esa criatura. No sé como me sobrevino, porque no me ...
    ... dieron explicaciones, sólo escuché decir que estaba muy débil y con anemia, y que el feto no había podido seguir el proceso de gestación debido a la falta de los elementos necesarios para la culminación de la vida. Superado el trauma que me supuso el aborto, y rebasado el tiempo máximo que podía permanecer en la casa de acogida, me pude colocar de mujer de la limpieza en una de las casas de citas más famosa del lugar. Ya había cumplido los dieciocho años. Aquí empezó mi vida a resurgir; pues aunque durante seis meses, me hinché a limpiar todos "los restos del amor pagado" que dejaban aquellos señores de porte tan distinguido; allí mismo aprendí más de la vida en esos ciento ochenta días, que el resto de la misma intentando ser una mujer honesta y honrada, tal como mandabala Santa Madre Iglesia. Un día después de comer me dijo doña Patrocinio, la dueña de la casa: --Manolita, ¿Sabes que los clientes se fijan más en ti que en mis niñas? Efectivamente, así era. Muchas veces tuve que parar los pies a más de uno de aquellos señores haciéndome la tonta. La verdad que tenía 18 años esplendorosos, pero a todos decíamos que tenía veintiuno, ya que al ser menor no podía ejercer la prostitución. El comisario Fernando Lopetegui era amigo íntimo de doña Patrocinio; y como se acostaba gratis con todas las niñas, hacía "la vista gorda". Por eso me adelanté a ejercer "el oficio". --Ya me he dado cuenta; pero mire usted, yo no sé si serviré para esto. --Ven conmigo, verás como vas a sorprenderte. ...
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