1. La sumisión de Raquel II


    Fecha: 15/03/2019, Categorías: Dominación Incesto Autor: sireleo, Fuente: CuentoRelatos

    ... delante de la vendedora le dije que fuese a cambiarse y que tirara las que llevaba puestas, pues no le podía meter mano bien. Tanto la vendedora como Raquel se pusieron rojas, pero ninguna dijo nada, Raquel se fue directamente a los vestidores a cambiarse, mientras Ana y yo nos quedamos esperándola. De allí nos fuimos a comer a un sitio cercano, una buena comida, acompañado de un buen vino y todo a cuenta de Raquel, a la cual se le veía muy a gusto en su papel, ella llevaba todas las bolsas y caminaba detrás de su madre y de mí. Durante la comida, yo me encontraba junto a ella y su madre frente a nosotros, y en un momento determinado metí la mano bajo la mesa y la lleve a su coño, el cual está húmedo, la muy zorra disfrutaba siendo usada como sirvienta, así que empecé a acariciarle el clítoris suavemente, mirándola a la cara, pero era increíble como se ponía, soltó el cubierto y se agarró con las manos a ambos lados de la silla. -Raquel.- Si no para mi Señor me voy a correr, y se va a enterar todo el mundo, por favor se lo ruego no siga. -Debes de aprender a controlarte perra, debes aprender a no correrte sin mi permiso y si te lo doy a aceptar todas las consecuencias o lo controlas o gritas, a mi eso no me importa perra no voy a ser yo el que se ponga en evidencia. -Ana.- Eres una perra y una puta zorra, y no se te ocurra correrte sin su permiso o sufrirás tu primer castigo. -Raquel.- No puedo uhmmm, no puedo, déjeme correrme Señor, por favor no aguanto más. -Tú sabrás ...
    ... perra si te corres se va a dar cuenta todo el mundo, tienes mi permiso, quiero ver como sales de esta puta. Y sin más empezó a correrse a dar pequeños saltos en la silla y cuando no pudo más soltó un pequeño grito que hizo que todo el mundo que estaba allí se fijara en nuestra mesa, menos mal que no había mucha gente. El camarero se acercó corriendo a ver que pasaba, menos mal que Ana estuvo atenta y al quite y dijo que no pasaba nada, que era su hija y que de vez en cuando sufría pequeños ataques epilépticos. Poco a poco fue recuperando la compostura, y dándose cuenta de lo que había hecho, así que no sabía donde mirar y casi se le saltan las lágrimas, pero yo para no darle tiempo a pensar, cogí la servilleta y haciendo como que le limpiaba el sudor, le metí mis dedos aun húmedos en la boca, ordenándole que los limpiara y que saboreara sus jugos y su corrida, y aunque al principio dudo, en seguida se puso a lamerlos dejándomelos muy limpios. Cuando terminamos de comer, las lleve a una zapatería del centro donde ya nos conocían a Ana y a mí de otras veces, nada más vernos la dependienta se acercó para ver que queríamos, yo solo me limite a decirle que buscábamos un par de zapatos de tacón de aguja. Nos enseñó varios modelos de los cuales me decidí por dos de ellos, y les dije que se los probase a Raquel. La muchacha le dijo a Raquel que se sentara para que se los probase. Raquel estaba un poco descolocada pues no sabía que su madre y alguna amiga más, como Rocío o mi ex jefa eran ...
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