1. Historia del chip 027 -Tres son multitud - Daphne 009


    Fecha: 11/04/2019, Categorías: Dominación Grandes Relatos, Autor: chopin, Fuente: CuentoRelatos

    ... pasión. Has estado demasiado quieta. No nos has acompañado en nuestro placer y con todo para ser la primera vez que hacemos un trío, estoy satisfecha. No deja de acariciarle los lóbulos. Daphne apenas escucha, oleadas de placer recorren todo su cuerpo. Quiere que Jennifer le acaricie los pechos y tire de su clítoris, ansiando un ‘lento’, no un ‘rápido.’ Jennifer lo impide —No puede ser, Daphne querida. Romperíamos el encanto de la velada. El tanga se queda puesto en la cama, te sienta divinamente. Puedo estar unos minutos con tus pezones. Daphne acepta con una súplica. Cuando A1 termina con ellos, le duelen de tanto ser estimulados. Los ha tironeado como tanto le gusta, los ha pellizcado, rozando con los pulgares. Para terminar, una caricia perfilando cada oreja y le suelta los brazos, que hacía horas estaban completamente dormidos. Jennifer pellizca los dos pezones a la vez, con tanta fuerza que H4 pega un grito. —Recuerda que tus pezones son para excitar a los demás. Irás aprendiendo poco a poco. En cuanto recuperes la sensación en los brazos, te quitas el tanga y te pegas un chapuzón bien largo, hasta que sientas el cuerpo helado. Luego nadas diez minutos. Cuando subas, ya estará el desayuno. Y quiero que busques el momento adecuado para darle las gracias a Renoir por la noche que hemos pasado con él. Debes besarle con pasión, dejar que te sobe. Si no lo hace, lleva sus manos a tus pechos y a tu culo. Pero no a tu vagina, eso sólo lo debe decidir él. Quiero que estés por ...
    ... lo menos cinco minutos pegada a su cuerpo, a sus manos y a sus labios. Más o menos como si llevaras el perfume y tuvieras la necesidad de ser violada. Convéncele de que le deseas, de que la sesión nocturna no fue suficiente. En cuanto recupera sus brazos, H4 se lanza al agua. Al volver al barco, espera a secarse al aire antes de entrar. Renoir y A1 la pueden ver a través de los cristales. Parecen enfrascados en alguna conversación. Daphne se siente cohibida. Ni siquiera reparan en su desnudez. Le hubiera gustado que se hubieran quedado con la vista pegada a su cuerpo exhibido, al menos él. No le gusta Renoir, ni le deja de gustar. Era extraño el tener que ofrecerse sin contrapartidas. Los devaneos de Jennifer la estaban volviendo loca. Pasaba de momentos de placer a la euforia o de la humillación más escabrosa al más sutil de los erotismos. Pero esa manera de ofrecerse a un hombre además de vulgar tampoco parecía gustarle demasiado a Renoir. Seguro que hubiera preferido a estar a solas con Jennifer. Disfruta del panorama un rato. Pronto se pondrían en marcha y habría trabajo con las velas, los cabos y un montón de cosas que no entendía. En un mundo de robots, autómatas y pócimas sexuales parecía sorprendente navegar en un barco a vela. Daphne sabe que ese era el erotismo al que debe aferrarse. Recordaba infinidad de escenas de películas con mujeres desnudas o en bikini junto al mar, en un yate o algo similar. Jennifer le parecía estar diciendo algo más. Aprovecha para realizar ...
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