1. Belleza virgen


    Fecha: 22/04/2019, Categorías: Jóvenes Autor: arandi, Fuente: RelatosEróticos

    ... carne. Tan grande que su mano no la abarcaba fácilmente, el agua en continuo movimiento no le permitía ver lo que tan firmemente sujetaba, por lo que su curiosidad se mantenía alerta. Un repentino despertar sexual se apoderó de ella. Su sentido del tacto se afinó haciéndole percibir aquello que retenía como un tubo de carne venoso y vivo, ya que alcanzaba a sentir su leve pero perceptible latir. Nunca había tenido un pene entre sus manos por lo que le maravillaba su extrema dureza y vitalidad. «¿Cómo era que posible que un hombre tuviera algo así bajo sus pantalones y no se le notara?» pensó. De repente e instintivamente, sorprendida ante sí misma, su otra mano fue a dar bajo aquel tronco donde se encontró con un par de bolas que le parecieron dos saquitos llenos de arena y cubiertos de un profuso pelambre. Para Sofía aquel falo se convirtió en una palanca de control con el que ella podía dominar la situación. Comprendió que el pene era un control de mandos mediante el cual, con sólo apretar o aflojar, o con sólo sobar y acariciar, sometía al hombre a sus antojos. Cada roce que ella le hacía al venoso miembro provocaba que Marcelo cambiara de expresión. Este recién descubierto poder de saberse capaz de poner a un hombre a tales extremos de excitación a su capricho fue algo nuevo que le terminó gustando. Sabiéndose con el poder, Sofía se sujetó férreamente a la masculinidad de Marcelo pensando que lo tendría bajo su absoluto control. Sin embargo, Marcelo, aprovechando que ...
    ... aquella tenía sus manos ocupadas, desató la parte superior de su bikini. Al quedar semidesnuda bajo del agua, Sofía soltó el falo de Marcelo y trató de alcanzar su prenda que ya se alejaba de ella pero él la detuvo. El chico hábilmente la tomó del par de cachetes de carne que formaban el hermoso trasero de mi amiga hasta subirla lo suficiente para que sus sexos quedaran a la misma altura. Sofía miró atónita a su atacante. Por un breve instante, pasó por su mente el gritar pidiendo ayuda (asumiendo que iba a ser violada) pero se algo en su interior la detuvo. Tal vez su propio cuerpo sabía que ya era el momento de ser desvirgada. Mi amiga se quedó callada. Marcelo hizo a un lado la parte de la prenda inferior que cubría el sexo de Sofía y ésta supo entonces que aquel cilindro de carne, que había estado sosteniendo hace tan sólo unos segundos con tanta curiosidad, se acercaba amenazante. Una vez con la punta frente a la entrada del pequeño túnel, el miembro carnoso se abriría paso a través de su intimidad jamás vulnerada antes. Quiso gritarle con desesperación que aún era virgen, que nada se había introducido por aquel pequeño canal vaginal antes, ni siquiera un tampón. Pero era demasiado tarde, Sofía podía sentir cómo aquella cosa gorda, dura y, a su parecer, infinitamente larga la iba penetrando. «Una cosa terriblemente MONSTRUOSA» pensó en aquel momento. Sofía, quien se había aprovechado del deseo y de la ingenuidad de tantos hombres, ahora sufría un embiste doloroso y brutal ...
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