1. Historia del chip 019 - De tiendas - Daphne 007


    Fecha: 26/04/2019, Categorías: Grandes Relatos, Lesbianas Autor: chopin, Fuente: CuentoRelatos

    ... Tocándole sólo el talón llevó los dedos del pie derecho de Daphne a la pequeña superficie ovalada de delante. Le indicó que no bajase el pie todavía. Hizo que el talón conectase con la superficie también ovalada dónde se hallaba el estratosférico tacón. A Daphne eso le parecía obvio. Ya entendía dónde iban las piezas... pero ¿cómo se sujetaba el pie ahí? Bernabé le indicó que bajase el talón. En cuanto presionó sintió una leve corriente. No quiso elevar el pie porque suponía que se soltaría, pero Bernabé le pidió que lo hiciese. ¡El zapato se elevó también! ¡Estaba pegado! Una vez puesto el segundo, le pidió que caminase un rato. —Es nanotecnología. El metal se acomoda a tu pie y crea una superficie de alto rozamiento. Para quitarte los zapatos sólo tienes que estar un par de minutos sentada sin apoyarte y deslizarlos a un lado. Si no te importa, dámelos un momento, pues falta ajustar un par de cosas. Bernabé explicaba todo a trompicones y Daphne entendía la mitad de lo que decía. O menos. Cuando los trajo de nuevo, Daphne no podía creerse lo que veía. Sólo quedaban las dos superficies ovaladas, el tacón de atrás, fino y de aguja, con una especie de tubo que conectaba los dos óvalos. Pero el tubo estaba afilado por arriba. Le cortaría los pies. Negó con la cabeza. Fue Jennifer la que habló esta vez. —Tranquila, es más un efecto óptico que real. Nunca te hará daño en la planta, aunque tampoco podrás relajarlos completamente. Confía en mí y póntelos. Daphne hizo lo que le ...
    ... pedían. Extrañamente era cierto. Era lo contrario de las H4. El pie estaba fresco. Lo sentía desnudo. Las alturas no le molestaban y podía quedarse apoyando todo el tiempo, siempre que lo hiciera a través de los dedos y los talones, nunca por la planta. Imaginaba que la cosa se complicaría al cabo de un rato. Presionó de todas maneras y comprobó que aún sin cortar, resultaba extremadamente molesto tocar la barra. Los dedos quedaban bien protegidos en el óvalo exterior. No chocarían con nada. El único peligro era que la pisasen. Recordó la crema y los nervios regenerándose. Iba a ser una noche muy larga. Pero agradecía el frescor. Quería que le acariciasen los pies de nuevo. Una oleada de excitación le llegó y no era debida al cóctel. O no a ese cóctel. Era su mente creando nuevas ilusiones. —Son fantásticos. Siento el pie desnudo— recalcó sin llegar a darse cuenta de que estaba mostrando su fascinación. Bernabé se hinchó al oír el elogio. —Espera a ver el resto. Hizo una señal. Trajeron su vestido y los H4. Jennifer la ayudó a ponerse el vestido. Luego se dedicó a los cordeles y a la cadena. No tardó demasiado en ajustar el metal y obligarlo a penetrar en la grieta del culo y a introducirse entre los labios verticales hinchados. El clítoris y sus alrededores notaron el frío. Algo había cambiado, sin embargo. Los ojales del vestido estaban remachados. Y los cordeles no pasaban por él, sino que todo el circuito por dentro era de metal. Jennifer le colocó el cordel azul en el talle. ...
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