1. HABITACIÓN 103 –almas gemelas-


    Fecha: 19/05/2019, Categorías: Fantasías Eróticas Autor: teomiranda, Fuente: RelatosEróticos

    ... Cuando se agachó tras ella pudo comprobar un perfecto depilado en toda la zona, ni un solo vello alrededor de su ano y unos labios de tono dorado y brillante, le daban la bienvenida entre esos maravillosos muslos que escasas horas antes había admirado aun vestidos con un pantalón negro ceñido. A su nariz alcanzó a llegar un aroma embriagador a maderas de oriente que provenía de su sexo. Era la primera vez que experimentaba algo así. Estaba tan absorto y embriagado por ese aroma que ni se percató de que su rostro por unos segundos quedo atrapado entre las nalgas de ella, aunque sí tuvo consciencia de ese orgasmo que en ella había provocado nuevamente. Hasta se dio cuenta de cómo ella cambio la posición de sus brazos, seguramente para acariciarse los pezones. Se sonrieron una vez más al encontrarse uno frente al otro. Se zafó de él y volteándose le tomó la cara, así agachado como estaba delante de ella y aunque pugnaba por pasar su lengua una vez más por todo lo largo de su coño ahora frente a él, ella fue más firme y consiguió levantarlo de esa posición y sonriendo acercó sus labios a los de él y le regaló con un largo y lascivo beso, buscando con su lengua la de él para probar también ella alguno de sus fluidos. Beso a beso fue recorriendo toda la cara de él, beso a beso y paseando su lengua, fue buscando todos los rincones de su cuerpo, beso a beso se encontró con sus axilas y las beso, las humedeció; beso a beso lamió sus pezones, beso a beso y agachándose un poco pudo ...
    ... poner su lengua en el interior de su ombligo, percibiendo en la punta de su lengua un agradable sabor salado. Beso a beso paseó su lengua por el vientre de él hasta topar con su barbilla en la polla de él, húmeda, pegajosa y suave. Olía a él, olía a ella misma, una mezcla extraña que le hizo recordar el aroma de maderas del oriente. Le dio un pequeño beso a su cabeza con los labios bien cerrados. Tomando aquella polla con su mano derecha pudo comprobar cómo había polla para otra mano, entonces abrió su boca y con delicadeza puso dentro la cabeza de ese pene que tanto amaba, porque sentía que lo amaba. Lo saboreó y degustó por un buen rato mientras con su otra mano acariciaba los testículos perfectamente depilados. Forzó la piel de la polla sin más movimiento que hacia abajo y se entretuvo un rato más en saborear la cabeza rosada de ese miembro. De vez en cuando levantaba la mirada y esbozaba una trémula sonrisa mientras sin quererlo ronroneaba como gata en celo. Con los ojos le estaba pidiendo que se corriera, que se corriera en su boca, que se corriera descomunalmente dentro de ella. Con sus ojos le estaba diciendo que quería el manjar de aquél ariete, que quería de su néctar blanco. Sus ojos estaban en blanco, era síntoma inequívoco de un inminente orgasmo, no quería dejar de mirar su rostro, sus ojos; quería mirar su cara y notar su leche llenarle la boca, así comenzó a frotar su lengua con la punta de esa cabeza, dibujando con ella con pequeños toques el ojito de esa cabeza. ...
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