1. Patricia cuenta su historia IV


    Fecha: 19/05/2019, Categorías: Incesto Autor: claudiob, Fuente: CuentoRelatos

    Continuando con mi historia que empezó con “Patricia cuenta su historia” les cuento que finalmente, después de estar en casa 30 días con ambas piernas enyesadas y 11 días después que se los quitaron, estando en rehabilitación, mi madre y yo tuvimos nuestra primera sesión de sexo, primera con una mujer tanto para ella como para mí. ¿Quién lo hubiese dicho?, mi madre que parecía una mujer imperturbable, a la que nunca había visto insinuarle nada a mi padre y mucho menos a otro, que siempre estaba cubriéndose de forma tal que ni siquiera utilizaba bikini, siempre sus mallas eran negras, de una sola pieza y tapándole todo, y nunca la había escuchado hacer el amor, aunque obvio que lo habían hecho, mínimo dos veces, una para engendrar a mi hermano y otra a mí, aunque mi madre me contó, entre una y otra llegada que tuvimos un día, que lo practicaban una o dos veces al mes, ya que las cosas no eran como antes, pues o ella o mi padre retornaban cansados del trabajo y solo querían dormir y que cuando mantenían sexo era generalmente el fin de semana que ni Mario ni yo estábamos en casa; resultó ser una hembra muy fogosa. Después que le quitaron los yesos estuvo un mes más en casa haciendo rehabilitación y de ellos, en veinte, mantuvimos relaciones ya que una vez que empezamos las teníamos todos los días. Cuando ella volvió a trabajar comenzamos a tener relaciones solo los sábados a la mañana, pues era el único momento en que estábamos solas, puesto que mi padre se iba a trabajar, ...
    ... como todos los días y mi hermano cursaba, o por lo menos eso decía, una materia en la universidad. Un día, me coloqué el strapon que había comprado por internet, y después de estar dándole como veinte minutos empezó la siguiente plática entre nosotras: —Está bien, ¡Pará! Ya que no me agrada y a vos te veo cansada. —Sí, estoy cansada. ¿Qué te pasa? Siempre llegas rápido y hoy parece que no te alcanza nada. —Siempre llego rápido, porque es tu boca, tus dedos o es el roce de nuestras conchas lo que me lleva a eso. Pero con el strapton no puedo llegar. —¿No sentís nada? —No es eso, es que sintiendo que otra persona me está metiendo algo no puedo dejar de pensar que preferiría que fuese una pija de verdad la que está incursionando mi vagina, que realmente es un hombre el que está detrás de esa tranca que horada mi vagina, pero cuando abro los ojos y veo que es un trozo, grande y duro por cierto, de látex y que eres tú quien lo porta se me van las ganas. —¿Es culpa mía entonces? —No tú no tienes nada que ver. Me pasa como cuando eres tú quien me clava el consolador. —Sin lugar a dudas soy yo. —No. Para nada. Es que el trozo de látex, lo tengas en tu mano o en tu cintura, no es lo que me estoy imaginando. —¿Te imaginas la pija de papá? —A veces sí, aunque te voy a serte sincera, cuando tengo mis ojos cerrados y siento el tamaño y la dureza de lo que me pones, o mi mente navega por los años en que éramos jóvenes o en las vergas de esos hombres que vemos en las películas que hay en ...
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