1. La colegiala


    Fecha: 20/05/2019, Categorías: Dominación BDSM Autor: Roux Morrison, Fuente: CuentoRelatos

    ... mojada, gime en silencio, haz memoria de cómo lo hago yo, y luego llévate ese dedo a la boca. Y piensa en mi pito duro penetrando tu boquita. Como toda buena estudiante obedeciendo órdenes, bajó la mano, sin quitar la vista al chico de la derecha, que, en un gestó disimulado, volteó a la ventana. Engañando a todos. En eso, ella, al ver el engaño, y saber la verdad, sola para ella, metió sus dedos a la falda, e hizo a un lado las bragas rosas, para introducirlos lo más dentro que la postura le permitió. Expulsó un voluntario quejido, de esos que sólo el amante prohibido te puede arrebatar. Enseguida, tapó su boca con la otra mano, al mismo tiempo que volteó con el profesor, cuyo saludo de lujuria no lo inmutó, y continuaba leyendo sus notas. Parecía un dormido más. Sin haber liberado sus dedos, y seguir untándose del néctar salino de la lujuria femenina, otro mensaje encalló en sus manos. Quiero cogerte ya. Gemiste delicioso, lo alcancé a percibir. Ya quiero que lo hagas en mi oído, y lo muerdas. Me la acabas de poner dura, espero no se noté. La joven enseguida levantó la mirada para ver la entrepierna, pero no podía apreciar si ocultaba algo duro bajo el oscuro pantalón. Puesto que estaba de espaldas; el chico de la derecha se levantó del pupitre, y le pidió al profe, bostezando cínicamente, si podía ir al baño. Sólo ella, y el profesor lo veían, todos tenían sus miradas en otros puntos, así que nadie se pudo percatar de la dureza del hombre. Sólo pasaron unos segundos desde ...
    ... que el chico abandonó el aula, cuando otro mensaje pinchó a la chica que sentía que había un mar bajó su falda a cuadros. Cojamos. Sal del aula. Enseguida, la chica en celo se levantó, pidió permiso para ir al baño, el cual le fue otorgado. Salió antes de que el profesor siquiera le autorizara partir. En el pasillo, sus piernas se movían a velocidad, apretaba los muslos para sentir la humedad acariciarla y prepararla. Sacó una llave de la bolsa de la blusa, que estaba en su seno derecho, el cual hervía, sus pezones ya no eran del tamaño normal. Sabía que necesitaba los labios del amante para sosegar dicho bochorno. Introdujo la llave, abrió la puerta, entró, y como perseguida por el deseo, se sentó en el lavabo sin prender la luz. Se quitó las pantys rosas que si cualquiera las hubiera tocado, diría que pasaron un momento bajo la lluvia. La puerta del baño se abrió, una descarga eléctrica con múltiples uñitas recorrió todo el cuerpo de la chica, en especial las piernas, que se forraron de la ansiosa piel de gallina. Y ahí estaba, el chico malo, el rudo del salón, el excéntrico, el que rompía las reglas a placer: el profesor. -Sabes que no debes de quitarte las pantys. Ese es mi deber -dijo el profesor cerrando la puerta del baño con llave. -¿Y qué vas a hacerme por desobedecer? El profesor la bajó del lavabo, con una mano en la cintura, y la otra en uno de sus senos. La chica gimió, y adoptó, como toda buena alumna, posición de sumisa: levantó el trasero, colocó las manos en ...