1. La colegiala


    Fecha: 20/05/2019, Categorías: Dominación BDSM Autor: Roux Morrison, Fuente: CuentoRelatos

    ... el lavabo, y separó las piernas. Dando inició al palpar recio de la caliente mano gruesa del educador en las nalgas redondas, calientes, y mojadas de la aprendiz. Golpe tras golpe la sacudía. Ella gemía, se mordía un dedo, se desabrochaba la blusa, sacaba un seno, sacaba el otro, jugaba con ellos, y se pellizcaba los pezones hasta derramarse toda. -¡Sí, dame más, más duro! ¡Fuerte, golpéame, castígame! ¡Más, maldito pervertido… aaahhhggg! El pene duro que tanto había querido ver en clase la penetro sin misericordia, sin preguntar, sin respetar. Sintió que le llegaba hasta el vientre. Seguían castigando su trasero, pero ahora con el abdomen del profesor que la envestía como animal irracional. Jadeos y gemidos del hombre eran arrojados. Eso provocó que la chica se excitara más. Era un efecto lascivo de espesas proporciones lo que le provocaba los gemidos de su amo maestro. Los cabellos castaños de la chica fueron capturados por cinco dedos depredadores que los jalaban, al grado de querer arrancárselos de la cabeza, la cual chicoteaba hacia atrás y hacia adelante, expulsaba gemidos en alaridos. Su vagina se abría, se llenaba, era apuñalada por la lanza gruesa y profunda del buen saber dominador. -¡Cógeme, castígame…métela toda! ¡Soy tu esclava! El pene dentro de ella se hinchó más, y la descarga espesa, abundante llenó toda la cavidad vaginal. Los dos gritaron, se estremecieron, y no se separaron. Los segundos muertos -luego de la más grande acción que la existencia ...
    ... puede ofrecer- son los que se encargan de regresar una mente desenfrenada por la lujuria, a comprender el ambiente. La satisfacción hace pensar, el deseo no. Debían de salir de ahí antes de que otro profesor entrara. Ambos se acomodaron las prendas, parecía que un animal los había desgarrado. La respiración acelerada cesaba, pero no lo suficiente para abandonar el baño. Les tomó unos minutos segregar la calentura que aun nadaba en el cerebro. La chica se puso las pantys sin expulsar el semen de la vagina. Y cuando se volteó para besar al profesor, éste la giró, le dio varias nalgadas, y la jaló del cabello, hasta que el oído de la joven llegó a sus labios. -No vuelvas a voltear a ver a ese pendejito cuando te mandé mensajes, o te irá peor. ¡¿Escuchas?! Las piernas de la joven volvieron a hacer abiertas, y de un tirón, las pantys rosas le fueron arrebatadas de su húmeda intimidad. Hicieron escala en la boca de la dueña, para que las saboreara como un afrodisíaco. -Volverás al aula sin ellas. Para que aprendas, cabroncita. El profesor sacó las pantys de la boca pueril, las olió, las guardó en el bolsillo del saco, y salió del baño. La chica se quedó viendo en el espejo, tenía el rímel corrido, y el labial desvanecido. Se levantó la falda aún más para que todos vieran, al regresar, que no llevaba ropa interior. Seguía viéndose en el espejo. Se vio directo a los ojos maple, sonrió. Imaginaba la cara que pondría el profesor al verla entrar así. -Para que aprendas, cabroncito. 
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