1. Un orgasmo a 32 mil pies de altura


    Fecha: 14/06/2019, Categorías: Primera Vez Sexo Oral Autor: Tonyzena67, Fuente: CuentoRelatos

    Vestía ropa de ejecutiva de un color azul gris. Falda hasta las rodillas con un chaleco que cubría una blusa casi transparente de color blanca. Zapatos de tacón alto que la elevaban a un metro 70 centímetros fácilmente. Cabello negro, espeso y lacio que le cubría su bonita y sensual espalda y su rostro era juvenil y bonito de una tez morena clara. Cuando localizó su asiento en el avión, coincidentemente le tocaba sentarse junto a mí y lo primero que me preguntó era si es que hablaba español y le di mi respuesta afirmativa. Me dio el nombre de Magali y quien me contaba que había estado toda una semana en mi ciudad por cuestiones de trabajo y ahora regresábamos a la ciudad de Managua, de donde era originaria. Yo volaba hacia Managua con la idea de celebrar mis 50 años con una chica lectora de nombre Damaris, y quien por meses hemos venido chateando a través de los formatos simples y por video también y de alguna manera habíamos acordado tener un encuentro sexual como los que relato a través de este medio. Magali, después de una introducción informal, lo primero que me comunicaba, era que temía volar y se le podía notar un poco el reflejo de su ansiedad. De alguna manera intenté asegurarle que eso de volar es lo más seguro en transportación y que se distrajera viendo u oyendo música para no estar pendiente del despeje o del descenso, que es a lo que ella más temía, según recuerdo dijo. No habíamos despegado aun, cuando ella le pedía a la moza de vuelo, si le podía proveer de ...
    ... una franela para mitigar el frio en el avión. Mientras tanto hicimos una corta plática donde conocía que trabajaba en la industria hotelera y sonrió con la coincidencia que yo me quedaría en un hotel, el cual precisamente es donde ella tiene su oficina. Veo que Magali tiene mucha seguridad al hablar y pronto desarrolló cierta confianza para que le aclarara ciertas interrogantes del idioma inglés. Al despegar, Magali se tomó la confianza y se adueñó de mi brazo y su mano se unía a la mía y podía sentir esa sensación vibrante de su nerviosismo cuando dejábamos la ciudad donde vivo. Cerró los ojos y mientras ella seguía apretándome la mano, con mi mano libre le he llevado su rostro contra mi hombro y se acomoda como si de mi pareja se tratara. Todo parecía de lo más normal en lo que podía esperar de una chica que teme volar, pero conforme pasan los minutos, Magali ha comenzado a rozar mi mano con su otra mano, como si de acariciarlas se tratara. Magali descansa sobre mi hombro y ya para este punto hemos subido la división de los asientos y está más libre para pegarse a mi cuerpo. Siento su masaje sobre el dorso de mi mano y con sus uñas fricciona los vellos de mi brazo. Pienso que es parte de su nerviosismo por volar, pero poco a poco, me pone mi mano sobre su pierna, casi entre su entrepierna, y como se ha cubierto con esta pequeña cobija de franela que le han proveído, aquello pasa desapercibido, pues a un lado de nosotros, en la otra línea de asientos, va otra persona enfocada ...
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