1. La reeducación de Areana (14)


    Fecha: 17/06/2019, Categorías: Dominación Lesbianas Autor: señoreduardo, Fuente: CuentoRelatos

    ... elevando la voz y de inmediato, desde el living, le llegó la respuesta. -¡Sí, señora Elena! -Bueno, me llevo a tu mamita a mi casa para usarla como sirvienta y vos portate bien, cachorra. Si de pronto te dan ganas de masturbarte llamás a Amalia para pedirle permiso. ¿Está claro? -Sí… Sí, señora Elena… -¿Podés hacer algo sin autorización de tu dueña? -No, señora Elena… -Bien, nena puta, nos vemos… -Sí, señora Elena… -y la dómina fue en busca de Eva, que aguardaba junto a la puerta en cuatro patas, con su collar puesto y vestida con calzas negras, zapatillas sin medias, remera blanca y una campera liviana. Elena abrió la puerta, tomó el extremo de la cadena y llevó a Eva en cuatro patas hasta el ascensor, mientras la sumisa rogaba que no apareciera nadie. El descenso en el ascensor lo hizo también en cuatro patas y en cuatro patas la llevó Elena hasta la puerta del edificio. Sólo le permitió alzarse sobre sus patas traseras cuando estuvieron en la vereda, aunque la llevó hasta el auto - estacionado a unos cinco metros- empuñando el extremo de la cadena del collar. Mientras recorrían esos metros, tres personas, dos hombres y una mujer que caminaban en sentido contrario, las miraron sin poder creer lo que veían, deteniéndose de golpe. Uno de los hombres se frotó los ojos como si pensara que su visión lo traicionaba. -Dios mío, lo que hay que ver. –murmuró la mujer y prosiguió su camino moviendo la cabeza de un lado al otro. Eva escuchó la risita malévola de Elena mientras ...
    ... sentía que las mejillas le ardían y agradeció al cielo que esas tres personas fueran transeúntes ocasionales y no vecinos. Ya ante el automóvil, Elena abrió la puerta trasera y le ordenó a Eva que trepara al asiento y se pusiera en cuatro patas. -No habrás pensado que ibas a viajar sentada como si fueras una persona, ¿eh, perra? -No, señora Elena, sé que no debo pensar eso… -se humilló Eva. En el camino, la posición de la sumisa despertó la atención y la curiosidad de no poca gente de otros vehículos, pero ella no lo advirtió porque iba con la cabeza gacha. Elena sí se daba cuenta, y reía divertida. Cuando llegaron a destino, la dómina guardó el auto en la cochera del edificio e hizo bajar a Eva. -En cuatro patas, perra. Seguime. –le ordenó mientras tomaba la cadena del collar para dirigirse hacia el ascensor. -Ay… -oyó a sus espaldas y se dio vuelta. -¿Qué fue eso, puta? ¿Qué fue ese quejido? Eva estaba temblando de imaginar que alguien bajara en ese momento y pudiera verla así, en cuatro patas y llevada de la cadena por Elena, y fue la vergüenza la que le hizo emitir ese quejido en voz alta. -Perdón, señora… pe… perdón… Elena gozaba humillando a la sumisa, a esa sumisa que había conseguido atrapar luego de un hábil y perverso trabajo de simulación durante un año. -¿Te atreviste a quejarte, perra insignificante? -Perdón, señora Elena… Por favor, per… perdóneme… -murmuró Eva al borde del llanto por la enorme tensión que experimentaba ante la temida posibilidad de ser vista por ...
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