1. La reeducación de Areana (9)


    Fecha: 05/11/2017, Categorías: Dominación Lesbianas Autor: señoreduardo, Fuente: CuentoRelatos

    La mujerona les abrió la puerta, saludó a Elena respetuosamente y le dijo a Eva con todo firme: -Usted, detrás de nosotras. Eva, asombrada, miró a Elena y luego a Marisa, que endureciendo aún más el tono repitió:-¡Detrás nuestro! –e inició la marcha hacia el ascensor junto a Elena, que sonreía malévolamente. A sus espaldas escuchó que Eva le preguntaba: -Elena, ¿qué está pasando? -No lo sé, querida. –respondió la otra sin volver la cabeza. -Pero… -Mejor no preguntes nada y veamos. Ya en el ascensor Marisa dijo dirigiéndose a Eva: -Mire al piso. -Oiga… -intento protestar la atribulada mujer, pero Marisa le advirtió: -Cuidado con insolentarse o lo va a pasar mal. -¡Elena, explicame esto! –pidió Eva. Y su supuesta amiga, poniendo su mejor cara de tonta y con solapada malignidad, le respondió: -No sé que pasa, mi amor, pero si querés nos retiramos y después vemos cómo recuperás a tu Areanita. -No… tenés razón, no puedo irme sin llevármela, pero… -Mire al piso. –insistió Marisa mientras abría la puerta del ascensor. Eva se sentía muy rara, asombrada, con miedo, pero a la vez con una sensación que no lograba identificar claramente y que la inquietaba. En el living esperaba Amalia, de pie, enfundada en un enterizo de seda negra que modelaba turbadoramente sus formas y calzada con zapatos negros también y de altísimos tacones. En su mano derecha empuñaba una fusta. Al verla, Eva se estremeció. Era como si esa mujer se le estuviera revelando en una faceta no inimaginable pero sí ...
    ... expresada repentinamente en su máxima dimensión. -Buenas tardes, Amalia. –saludó mientras se acercaba a la dueña de casa procurando controlar el nerviosismo que la embargaba. Cuando estuvo ante ella e intentó saludarla con un beso, Amalia la detuvo adelantando su mano derecha para colocarla con la palma hacia abajo a escasos centímetros de su rostro. -Béseme la mano. –le ordenó y los ojos de Eva se agrandaron al máximo por la sorpresa mientras de sus labios brotaba un balbuceo ininteligible. -¿Qué está esperando para saludar a la señora? –dijo Marisa a sus espaldas. -Vamos, Eva, no perdamos tiempo. Saludá a Amalia como corresponde. –dijo Elena intercambiando un guiño cómplice con la asistente. Eva, completamente superada por la situación, besó la mano de Amalia y giró hacia Elena: -Oíme, no sé qué está pasando, pero me asusta esto. –le dijo con expresión preocupada. –Quiero que me traigan a mi hija e irme con ella. Entonces intervino Amalia: -¿Qué dijo¿ ¿dijo “quiero”? -Sí, dije que quiero que me traigan a Areanita y llevármela a casa. -¿De veras piensa que está en condiciones de exigirme algo? -Es mi hija… quiero… quiero llevármela… -murmuró Eva cada vez más confundida. -¿Trajo el dinero? –preguntó Amalia. –Me debe tres mil pesos por haber reeducado a esa perrita. -Sí, le… le hago un cheque… -Hágalo. –dijo la dueña de casa y entonces Eva miró a su alrededor como vacilante, sin saber dónde ubicarse para hacer ese cheque. -¿Qué pasa? –le preguntó Amalia. -¿Dónde puedo sentarme? ...
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