1. La reeducación de Areana (9)


    Fecha: 05/11/2017, Categorías: Dominación Lesbianas Autor: señoreduardo, Fuente: CuentoRelatos

    ... empañaban sus ojos, abrazó a su hija temblando y luego de besarla largamente en la mejilla le dijo con voz quebrada: -Quizá tengas razón, Areana… Espero verte en unos días… -Bueno, Elena, llevátela y no me la acostumbres mal en estos días. -Perdé cuidado, Amalia. La voy a tener a rienda corta. Momentos después Elena conducía el auto rumbo a su casa, relamiéndose del intenso placer que la esperaba con la cachorrita en sus manos. -Bueno, todo salió como lo planeamos con Amalia. –se ufanó ante Areana. -¿Hace mucho que se conocen con mamá? -Un año. -¿Y cómo se conocieron? –quiso saber la niña. -En el gimnasio. Yo le eché el ojo la primera vez que la vi desnuda mientras se duchaba. Soy lesbiana y me calenté con ella, pero cuando supe de vos se lo conté a Amalia y ella comenzó a planificar tu captura. Areana la escuchaba excitada, estremecida por la conciencia de haber ingresado definitivamente en un mundo tan oscuro como fascinante y al cual, sin duda, estaba destinada. -Ahora vas a pasar dos o tres días en mis manos, perrita, y como le dije a Amalia, te voy a tener a rienda corta. -Lo que usted diga, señora. Poco después Elena estacionaba el auto en la cochera del edificio donde vivía. -Bajá, perrita. Acá a la vuelta hay una librería donde hacen plastificados. –dijo y una vez en el negocio le ordenó a Areana que sacara del bolso la hoja donde estaba copiada la credencial. -Explicale a la señora lo que necesitás. –agregó. Areana se puso colorada y le extendiéndo la hoja a la ...
    ... mujer que atendía el local murmuró con voz apenas audible: -Necesito… plastificar esto… -¿Esto? –la interpeló Elena. Areana dudó un instante y finalmente dijo mientras sentía arder sus mejillas: -Mi… mi credencial… La mujer, una rubia robusta aunque de buenas formas, de unos cuarenta años, observó la hoja, luego clavó sus ojos en Areana, que miraba obstinadamente el piso, y le dijo: -Muy bien, tesorito, recorto tu… tu credencial y te la plastifico en un minuto. -Gracias… -murmuró la sumisita. -Gracias ¿qué? –intervino Elena. -Gracias, señora… -se corrigió Areana. -Qué bien educadita la tiene. –dijo la mujer dirigiéndose a Elena con una sonrisa sugerente. -Así hay que tenerlas, ¿no cree? -Estoy de acuerdo. –coincidió la mujer. –Así educaditas es como nos hacen felices. Areana se debatía entre la vergüenza y la excitación ante la certeza de que esa cuarentona desconocida experimentaba un lascivo interés por ella. -¿Tiene una tarjeta del local? –preguntó Elena. -Sí, claro. –contestó la rubia teñida y le extendió una pequeña cartulina verde con todos los datos. Elena, a su vez, le dio una tarjeta personal y le dijo: -Estamos en contacto. Mi nombre es Elena. ¿Cuál es el suyo? -Liliana. –contestó la mujer mientras le entregaba a Areana la credencial plastificada y aprovechaba para deslizarle una caricia en la mano. -Gracias, señora. –murmuró la niña y guardó el plástico en el bolso con gesto nervioso. -Nos veremos, Liliana. –dijo Elena en la puerta del local. -Así lo espero. –remató la ...
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